Carta de Champagnat

Carta de Champagnat

miércoles, 3 de febrero de 2021

¡COMPAÑERO DEL ALMA, COMPAÑERO!


Llorar dentro de un pozo,

en la misma raíz desconsolada

del agua, del sollozo,

del corazón quisiera:

donde nadie me viera

la voz ni la mirada,

ni restos de mis lágrimas me viera.

MH – Vientos del pueblo


Hoy, primero de febrero de 2021, amanecemos con una noticia que nunca hubiéramos querido escuchar. El aviso de anoche, que había sufrido una crisis respiratoria y que habían tenido que asistir la respiración de Javi con máquina, nos dejó con esa mala sensación de que lo peor podía ocurrir.

A las 4.30 de la madrugada falleció Javi, nos escribió Ángel, su hermano de comunidad, escuetamente, con la brevedad del dolor inefable.

Las emociones se agolpan. Pensamos en tanta gente que nos une a él, y en todo lo vivido a su lado. En los difíciles momentos pasados juntos, y en las alegrías compartidas. En su fe probaba, en sus riesgos asumidos, en su entrega personal, en su alegría….

Evocamos a su familia de España, con la que ha estado tan unido, y con la que juntos han pasado por difíciles momentos, como el accidente del propio Javi, en el 95, cuya larga recuperación fue acompañada muy de cerca por su madre, que vino hasta Venezuela con ese fin; o la situación de accidentes y enfermedad de su padre Ladislao, dolores largos que en este caso pudo acompañar Javi, viajando a España.

Varios hermanos pudimos compartir con sus padres, desde la primera vez que vinieron a conocer estas tierras por donde andaba el hijo. Varias veces más nos encontramos, incluso en nuestros respectivos pueblos, con ocasión de alguna visita de familia. Las comidas festivas compartidas, como se acostumbra en la tradición española, nos unieron un poco más.

La memoria de Javi perdurará entre nosotros. Es memoria de vida.

Mi primer recuerdo que acojo es el de un campamento-misión con una “carabela de Remar” (grupo de jóvenes) en Paraguaná. Es el recuerdo del Javi joven, entregado a los jóvenes, malentendido y cuestionado. ¡Cuántas veces hubo de confrontar maneras de ver la vida y la misión marista y cuántas veces hubo de  sentirse vulnerable! No por eso cambio su carácter jovial y afable.

El Caracazo de 1989 lo sorprendió como estudiante de filosofía, en Caracas. Su acercamiento a los sucesos de entonces y la dura experiencia de acompañamiento, desde la vida religiosa solidaria y organizada, a los familiares de la fosa común de La Peste, lo hizo más sensible al sufrimiento de los pobres. Su presencia misionera en Petare, aprendiendo la vida de las comunidades eclesiales de finales del 80, durante el Escolasticado, dejó honda huella en él.

De estos tiempos de juventud recuerdo su inquietud por ver consolidarse una Revista marista de Venezuela. Como presentación para la recopilación de un trienio de camino, escribió:

Muchas han sido las fatigas y los inconvenientes que se han tenido que sufrir y superar para que tengan en su mano esta pequeña historia de tres años (1992-1995) de nuestra Provincia. No está todo lo que ha sido el acontecer de nuestra vida -ni mucho menos-, pero puede ser valioso el tener este documento para recordar, reflexionar y ver el futuro con nuevos ojos. El pasado es bueno recordarlo, no para regocijarnos en él, si ha sido exitoso, o para hundirnos en él, si ha sido frustrante, sino para aprender, tanto de lo bueno como de lo malo, y reorientar nuestro actuar, afinando y autentificando, cada día, nuestra respuesta a Dios y a los hombres.

Todos "esperan" mucho de nosotros, pero... ¿cuánto esperamos de Dios y de nosotros mismos? Y es que la ESPERANZA es lo que marca el hoy y vislumbra el futuro en el horizonte. Hermanos, pues, sigamos la obra de Dios con esperanza y alegría, el tiempo dará su razón.

Siempre por delante, su mirada creyente y esperanzada….

Destaco un texto sencillo que escribió para esta revista, después de realizar el Curso Interprovincial  de Renovación marista, en agosto de 1993 - México, D.F.-, sobre catequesis escolar. Lo escojo porque refleja muy bien lo que él siempre fue: hombre apasionado, entregado, alegre y auténtico. Así nos propuso la vida a los demás: ni más ni menos que como él intento vivir.

La experiencia del C.I.R. fue una gran oportunidad de compartir con Hermanos de otras Provincias las acciones que, en cada una de ellas, se llevan a cabo para desarrollar con mayor eficacia nuestra misión de educadores en la fe. Es un gran horizonte el que se nos abre, pero sabremos caminar con paso firme en esta ardua -pero apasionante- tarea de "hacer conocer y amar a Jesús y a nuestra Buena Madre María", porque "para Dios nada es imposible" y, si estamos con Él, nada hemos de temer…

Sólo decirles que tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos y que la vida marista en Venezuela crecerá en la medida en que crezca nuestra entrega, alegría y autenticidad. Es posible ser Hermano Marista en Venezuela si nosotros así lo creemos y vivimos. Abandonémonos en las manos de nuestra Buena Madre que Ella hará todo lo demás. Su hermano en Jesús, María y Champagnat. Hno. Fco. Javier Pérez París

Es verdad que a lo largo de la vida nos vamos transformado, en medio de circunstancias y procesos personales, pero leo estas palabras de Javi, y descubro algo de lo que él no cambio: lo que lo hizo el Javi que siempre conocimos y con el que compartimos a lo largo de estos treinta y tres años en Venezuela. Su vida ha sido paso de Dios: pasión, entrega, alegría y autenticidad.

Igual entusiasmo que con la revista referida, mostró para el impuso inicial del grupo infantil Amigos en Marcha; o en el impulso a la comunidad de Tucupita, cuando allí fue destinado.

Años especiales compartidos con Javi fueron aquellos de Machiques 1992-1996. Su ilusión y entrega a los excluidos lo llevaron a acercarse a los indígenas yuckpas de la Sierra de Perijá, con los estudiantes de quinto año del colegio, y con los jóvenes de Remar. Fueron años de intensa misión, y de cercanía vital con los jóvenes, descubriéndose un buen acompañante de jóvenes e impulsor de la pastoral vocacional, en cuyo trabajo de primera línea lo sorprendió el accidente en el que casi deja la vida, y del que salió fortalecido para nuevas luchas. Entonces  pudo acompañarlo el hermano Patxi, fraternalmente,  durante su primer mes de recuperación en el hospital Barquisimeto, con la asistencia de los Hermanos de Lasalle, que tenían presencia educativa en esta ciudad.


La experiencia de comunidad de hermanos y laicos vivida en Tucupita, fue otro hito importante en la vida de Javi, que le permitió impulsar los sueños de vida marista entre los jóvenes. Estos primeros años de comunidad marista, en mi percepción personal, fueron vividos por Javi con gran pasión, como si verdaderamente un fuego interno lo moviera. Si me dijeran que evocara a alguien cercano que se dejó mover por el Espíritu, el de Jesús, yo pensaría fácilmente en Javi.

La pastoral vocacional fue un eje en torno al que giraron sus años posteriores de vida marista. En Santa Catalina, Tucupita, Maracaibo o Machiques, la entrega a los jóvenes y su cercanía a ellos le permitieron generar en torno a él, grupos de jóvenes inquietos por la vida marista.

He pensado en él como un buen sembrador, un pastor, un capitán de barco…. En este soneto me atrevo a caracterizarlo:

Sembrador de viveros y esperanzas

¿quién cuidará la planta amanecida

con tu ánimo jovial, pleno de vida?

¿quién podrá librarla de acechanzas?


 ¿Quién romperá a su favor las lanzas?

Pobre plantita tierna, entristecida,

Sin agua al pie, marchita, decaída,

¿podrá aguantar trasplantes y mudanzas?


Nos dejas cual pastor con su cayado,

rendido bajo aquel viejo samán.

Va quedando el rebaño dispersado.


¡Míranos! Olas vienen, olas van.

Tronando por verte despertado,

clamo: ¡Oh, capitán! ¡Mi Capitán!

Javi fue un buen acompañante. Necesitamos muchos como él, y más cuando la vida se pone difícil.

Su gusto y dones para la informática y las nuevas tecnologías de comunicación e información lo convirtieron en un apoyo seguro para muchos hermanos y estudiantes maristas, ante las dificultades en el uso y las problemáticas que se presentaban con estas herramientas. Su carácter abierto y disponible, lo hacían siempre dispuesto para esas tareas, en medio de sus diversas ocupaciones. En fecha no tan lejana nos acompañó algunos días en el Cristo, instalando programas, formateando máquinas dañadas…,  y compartiendo la vida. Su abrazo de despedida, abarcante, cálido, era el signo de la fraternidad vivida.

Llegó el tiempo de ofrecer parte de sus energías y liderazgo a la vida de la Provincia Marista Norandina, y allí estuvo como director de la Escuela Granja Santa Catalina (Delta Amacuro), como Consejero provincial, o animando procesos de comunidades, de formación, de espiritualidad o de pastoral juvenil y vocacional.

Javi llevaba su familia consigo. Con la emotividad a flor de piel, llevó siempre a sus padres, Ladis y Teresa, y sus hermanas y hermano, entre su pensamiento, entre sus preocupaciones a veces, pero siempre en su corazón.


Un momento crítico en su vida fue el tiempo de enfermedad de su padre Ladislao. Pidió poder acompañarlo y acompañar a su familia, en especial a su madre, Teresa, y allí pasó el tiempo necesario hasta la partida de su padre.

Durante el tiempo de estadía en Madrid, da cuenta de su talante reflexivo y creyente este texto que me compartió, escrito que hizo comentando un libro de José María Mardones, en el que señala algunos retos y propuestas para el hombre actual, a partir de la fe:

Como cristianos se nos plantean los siguientes retos para poder abordar la crisis y proponer un proyecto sanador y unificador:

•          Cambiar de actitud y dialogar críticamente con la modernidad.

•          Tareas de resistencia que, sin caer en espiritualismos ni en aceptación acrítica de la solución neoconservadora de volver a los valores tradicionales, lleven a una toma de postura seria y crítica y a discernir lo que el Espíritu alienta en la realidad.

•          Un cristianismo animador y motivador que impulse la solidaridad hacia el hombre, especialmente el hombre en necesidad. Se trata, pues, de una visión crítica de la realidad que nos empuje en la dirección de la liberación del hombre más necesitado de ella y de un impulso creativo en orden a crear las condiciones que favorezcan la justicia, la libertad y la solidaridad.

            Esta propuesta de proyecto conlleva un proceso largo y múltiple que consiste en:

•          Una actitud crítica frente al funcionalismo que invade todos los ámbitos de la vida, que mercantiliza las relaciones y que ofrece el consumismo como elemento de realización. Necesitamos, pues, individuos y comunidades donde florezca la vida sencilla, con pocas cosas y escaso interés por tener más.

•          Una conciencia de mutua implicación en la historia humana de la que todos somos responsables (impulsar la participación responsable).

•          Una gran conciencia moral generalizada (garantizar una serie de mínimos para todos).

•          Educar al hombre moderno para ver y mirar al prójimo como hermano.

A este compartir de lecturas y reflexiones, agrego otra faceta del Javi que se me hará siempre presente: es la del Javi conversador, filósofo, teólogo pastoralista, psicólogo (además de su carrera  de educación-filosofía, y el Bienio de Licenciatura en Ciencias Religiosas y Catequéticas, en el Instituto Superior San Pío X, hizo estudios on line de psicología, mientras estaba destinado en Maracaibo)… En torno a la comida cotidiana compartida, en algún atardecer tranquilo, o al amparo de un licor dulce -él- o seco–nosotros-, cuando el caso se prestaba, fluían las palabras y los buenos debates, siempre con respeto, a veces con la emoción de arrojar el mejor e “invencible” argumento, frente a otros buenos argumentadores, que siempre los había… Los temas eran de lo más variados, generalmente centrados en el sentido de la vida, los procesos de humanización, las coyunturas sociopolíticas, los valores o el futuro marista, a partir de los más disímiles textos o experiencias,  a los que estaba abierto y se acercaba empático. Recuerdo, a su llegada de sus estudios en Madrid cuando valoraba entusiasmado su acercamiento bíblico desde la perspectiva de la mujer -agradecido al encuentro personal con algunas mujeres biblistas. O el debate no tan remoto sobre la película Los Croods, de la que promovió su visionado en un encuentro marista, para conversar después sobre los modelos de familia presentes en ese relato, “más allá del bien y del mal” –esto lo digo yo.

Otros eran los momentos de sacar a cuento las situaciones personales: con esa gran capacidad tanto para el compartir sencillo de sus malos momentos, como para animar a los demás resaltando con empatía su valía personal y sus capacidades: realmente magnífico, tú sí sabes, qué bueno tu texto, maravillosa esa música… que, si bien, al ajeno podrían parecerle expresiones hiperbólicas –y algunas de ellas lo eran-, eran fundamentalmente palabras de reconocimiento y respeto verdadero por el otro. Así construyó Javi sus amistades. Así se hizo hermano y amigo.

Y así lo quiero recordar, hortelano yo también como este poeta Miguel, que escribió en su elegía a Ramón Sijé:

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

jueves, 23 de abril de 2020

Historia del Instituto marista, Historia de la Venezuela marista: tiempo de crisis.



Continúo con la revisión de las dos obras sobre historia marista referidas en mi anterior entrada:

  • Historia del Instituto Marista, tomo 2, del Hermano André Lanfrey (2016).
  • Historia de la Venezuela Marista, de los Hermanos Jesús Martínez Gómez, Isaac Revilla Lara y Tomás Martínez Sancho (2018).

Paso a estudiar similitudes, distancias, e iluminaciones que entre ambos textos se generan, en relación al período aproximado de crisis 1959 a 1985.

Lanfrey, se refiere a la crisis del Instituto, durante los años 1959 a 1985, bajo una mirada estadística, en el capítulo 29 (pp. 369-378). Lo iré contrastando con lo sucedido en Venezuela, descrito en el capítulo 3 de la Historia de la Venezuela Marista que lleva por título “Terremoto (1959-1977)” y abarca de la página 159 a la 265.

Lanfrey señala una primera crisis entre los años 1959-1966 (p. 370) y una segunda entre 1965-1981 (p. 372), subdividida ésta en tres tiempos. Veamos algunos elementos, en relación a la primera crisis. Su explicación la atribuye el autor, aunque no en exclusividad pues la situación de salidas de Hermanos ya venía dándose, a dos situaciones coyunturales. La primera de ella, el Capítulo General de 1958 y la subsecuente División de Provincias (p. 371). En la Historia de Venezuela, puede seguirse la evolución numérica de los Hermanos entre 1957-1966, en el apartado (pp. 467- 468). Allí se observa que se replica la incidencia de esta situación del año 1958, con jóvenes Hermanos recién enviados de la Provincia Norte, que pronto se retiran del Instituto. La División de Provincias llevó a la conformación del Distrito Autónomo de Venezuela en 1959 (p.167), y al establecimiento de un Protocolo con la Provincia Norte mediante el que se organizaban las Casas de Formación de España en común y se distribuían los novicios tras su profesión, asignando 1/3 de ellos a Venezuela, durante 12 años (pp. 167-171), que permitió atenuar la crisis.

La segunda explicación coyuntural tiene que ver con el tiempo del Concilio Vaticano II (1962-1965) y el cambio que supuso. Estas dos razones que aporta Lanfrey (p. 371) se ilustran, incluso con más precisión cronológica, en la realidad venezolana, pues son esos años (1958 y 1962-1966) los más críticos respecto a las situaciones de salidas de Hermanos (Venezuela, pp. 206. 467-468), durante esta “primera crisis”. Aun cuando las variaciones de salidas, año a año en el Instituto, no corresponden exactamente con lo sucedido en Venezuela, la comparación puede establecerse en forma aproximativa para este período.

La apertura política de la dictadura a la democracia en Venezuela en el año 1959 (p. 176) es otro factor que debe considerarse en relación a esta primera crisis, pues el elemento de apertura cultural y cambio socio-político reforzaba el significado renovador que el Concilio tuvo, y que los Hermanos vivieron con entusiasta deseo de participación en cursos de formación socio-educativa y realización de estudios académicos (pp. 166-167 y 188-189).

El panorama estadístico comparativo de la crisis, se recoge en el Gráfico 1, de Salidas de Hermanos (1957-1966). Los datos para el Instituto (Lanfrey, p. 371) se han expresado en cientos, en una técnica gráfica, que permite observar mejor la relación de datos entre el Instituto y Venezuela, al acercar las curvas en una escala común. Se considera el número de Salida Hermanos Temporales (T) y Perpetuos (P), para el Instituto (Inst) y Venezuela (Ven). Como se ha comentado, la dirección levemente ascendente de las curvas es similar, con los rasgos excepcionalmente más marcados de la Salida de Hermanos Perpetuos en Venezuela, en 1958, y de Temporales y Perpetuos en el año 1964, en pleno Concilio.
Gráfico 1

El Protocolo establecido con la Provincia Norte, ya mencionado, permitió durante una década la llegada de un numeroso contingente de Hermanos jóvenes. Se puede observar cómo estos nuevos ingresos atenúan la crisis, especialmente entre los años 1962 y 1965. Aunque se incrementan las salidas, hay que esperar hasta el año 1966 para observar un saldo negativo. En el Grafico 2, elaborado a partir de las tablas de las pp. 259-261 y 467-468, puede apreciarse el movimiento de Ingresos, Salidas y el Saldo entre ambos, entre los años 1959 a 1966, en Venezuela.
Gráfico 2

Con la situación confusa respecto al Protocolo con la Provincia Norte y la finalización del mismo (a partir de 1968 ya no se hicieron sorteos de Hermanos para enviarlos a Venezuela: p. 468, tabla y nota final), y tras la creación de la Viceprovincia de Venezuela en 1969 (p. 209), la situación de crisis se muestra más a las claras. Mientras se asume una nueva política vocacional, mediante la creación de un juniorado en Venezuela en 1964 (p. 242-244) y un conjunto de Casas de Formación propias en España (pp. 244-258), la transición del modelo marca la crisis en forma aguda.

En 1969 se crea la Viceprovincia de Venezuela y se realiza el primer Capítulo Provincial. Nos hemos referido a este tiempo como aquel en que “la crisis avanza callada” (p. 221). Con el incremento de salidas, y las situaciones complejas de gobernabilidad, entre 1972 y 1977, nos hemos referido a la agudización de la crisis, a partir de la realización del segundo Capítulo Provincial (p. 209). En el año 1969 se perfila el inicio de esta crisis, pues descienden seriamente los ingresos de Hermanos (ese año son nulos), y persisten las salidas, especialmente numerosas entre los años 1969 y 1974.

Sin embargo, la crisis se ve frenada después del año 1975. El Gráfico 3 recoge los años entre 1968 y 1983, con la clara evidencia de estos dos tiempos: “crisis aguda”, hasta 1975, y posterior recuperación.

Gráfico 3

La caída del número de profesos en el Instituto (Lanfrey, p. 372) con tres momentos de crisis:  crisis preliminar (1966-1967), masiva (1968-1973) y persistente (1974-1981), puede seguirse en Venezuela, por tanto, (p. 285) con ciertas variantes, a causa de dos fenómenos propios y distintos, respecto al Instituto. Uno, el apoyo del Gobierno General a Venezuela, mediante el envío de hermanos de otras Provincias (pp. 278-279), en concreto, siete hermanos entre los años 1976 y 1980; y dos, el repunte vocacional en España, mediante la reorganización de las Casas de Formación propias y el acuerdo con Ecuador y América Central (pp. 244-258), y el repunte vocacional en Venezuela principalmente a causa del lanzamiento del movimiento juvenil Remar en 1978 (pp. 280-283). Estos dos fenómenos hicieron que se retardara la percepción del nuevo momento de crisis, a pesar de las numerosas salidas, hasta los años 90. Si se tuviera que marcar los tiempos de la crisis en Venezuela, desde 1966, no son tan semejantes a los ya señalados por Lanfrey para el Instituto (crisis preliminar, masiva y persistente). Podría hablarse más bien de una crisis aguda (en el texto la llamamos crisis institucional, desde 1966 a 1977: p. 205), una leve recuperación en la década del 80, y nueva crisis posterior a 1990. Obsérvese, en el Gráfico 4, la evolución del número total de Hermanos en el Instituto (Lanfrey, p. 375) y en Venezuela entre 1980 y 1990 (y recuérdese la técnica ya utilizada, mediante la cual los datos del instituto aparecen divididos entre cien, con el objetivo visual de aproximar las curvas; datos de tabla en pp. 285 y 316). Mientras que el descenso interanual del número de Hermanos en el Instituto anda en torno a 100, en Venezuela hay un incremento entre el año 1981 y 1990 de 2 Hermanos interanuales.

Gráfico 4

En conclusión, y respecto a Venezuela, no es posible verificar estos tres tiempos que señala Lanfrey para la época, sino un pico de la crisis, entre los años 1972-1974, de salidas numerosas y pocos ingresos. A este periodo le siguió un crecimiento en el número de Hermanos, especialmente por los dos factores ya señalados, que retrasaron la crisis continuada posterior al año 90, y aún persistente. El Gráfico 5 permite el acercamiento a los años de pico de la crisis en Venezuela, y el inicio de su resolución.
Gráfico 5

En los análisis que realiza Lanfrey, sobre las causas de la crisis, indica que el Concilio Vaticano II “jugó un papel primordial en esta crisis de efectivos, sobre todo al darle un carácter mundial”. Aunque lo relativiza como causa, afirmando “que la crisis de las salidas del Instituto es anterior al Concilio y que éste no lo explica todo”. Seguidamente, señala un segundo elemento, relacionado con la crisis de cristiandad, que se manifiesta en “la incapacidad para atraer hacia sí numerosos aspirantes”. Resalta el agotamiento del tradicional vivero vocacional, junto a la caída de la vieja cristiandad (p. 377).

Referido a temas concomitantes, coloca la crisis en relación con la dimensión cultural, Considera estos tiempos como de mutación y choque cultural. Mutación y choque, serían factores determinantes para la disminución de los hermanos. La valoración de la crisis a partir del estudio de algunos documentos del Instituto, la mirada de los Superiores Generales y de los Capítulos Generales, la realiza Lanfrey en los capítulos 30 al 33, en clave de esta “mutación institucional y cultural en curso”. La comunidad, la misión, la formación, son cuestiones en el tapete (pp. 404-410), la cuestión de la pobreza y la justica se pone de relieve en el 17 Capítulo General de 1976 (p. 416). La mutación cultural es tal que se atreve a afirma Lanfrey (p. 402): “si es cierto que hay ruptura en la historia del Instituto, esta no se sitúa en los niveles teológico, espiritual… El Instituto no quema lo que adoró, pero, al integrar la cultura ambiente, ha cambiado la mirada sobre Dios, la Iglesia, el mundo y sobre sí mismo…”. Y lanza la advertencia: “no es fácil aislarse de una cultura para construir otra sin preguntarse si no se pierde también el alma”.   

Se trata de la crisis de un modelo de cristiandad que se está agotando (Lanfrey, p. 377) pero también se trata de una visión nueva de la praxis cotidiana de las comunidades: se está pasando de modelo normativo a un modelo más personalista. Este puede ser otro elemento clave para la comprensión de esta crisis (Lanfrey, p. 421).

Y, no obstante, se pregunta Lanfrey si en los años 80 no habría en algunos ambientes del Instituto una crisis a la inversa: un cierto deseo de volver a la normatividad perdida (p. 421). En todo caso, no creo que este fuera el caso de Venezuela, pues la crisis afectó mayormente a los jóvenes, y estos no reclamaban precisamente más normatividad.

Algunos puntos que Lanfrey no señala con tanta claridad en relación con el Instituto, vale la pena agregar aquí, respecto a lo vivido en Venezuela, y posiblemente en otros países de América Latina.

A partir, de 1980, según se ha señalado, se asiste al incremento de ingresos de un buen grupo de Hermanos jóvenes, y particularmente de Hermanos venezolanos (28 entre 1980 y 1993, en 14 años; fenómeno importante, pues solo 6 venezolanos ingresaron entre 1925 y 1979; ver p. 440). Al elemento de mutación cultural que señala Lanfrey para el Instituto, habría que agregar en Venezuela la realidad de los Hermanos culturalmente y generacionalmente diferenciada que se abría paso con estos ingresos. Considérese, para resaltar el grupo de nueva generación que iba surgiendo, que, junto a estos 28 venezolanos, ingresaron 37 Hermanos jóvenes españoles entre 1980 y 1992 (pp. 442-443). Este sería un factor importante a considerar en las crisis posteriores. Mientras tanto, se asistía a un repunte vocacional y una importante dinamización de la vida y misión de las presencias maristas en Venezuela.

Con estas características juveniles propias, se mantenía la perspectiva de choque cultural entre normatividad y personalismo, señalada por Lanfrey. Pero hay algo más. En relación con Venezuela y América Latina creemos que no se subrayará suficientemente la dinámica socio-política y eclesial que se vivió en el continente entre 1960 y 1990.

Algunos aspectos de esta dinámica los señalamos en nuestro libro de Historia de la Venezuela Marista, en el apartado Los pobres nos cuestionan (1969-1969) (pp. 186-204), en el que se describe el impulso que recibieron nuevas obras escolares en sectores pobres.

Así se refiere, en la p. 186:
Ante los nuevos llamados de la Iglesia, tras el Concilio y la relectura del mismo en la Conferencia Latinomericana de Obispos de Medellín, los Hermanos profundizaron su presencia entre los pobres, abriendo dos nuevas obras en Maracaibo y Machiques, además de los compromisos que se asumían desde cada uno de los colegios. El XVI Capítulo General Marista también impulsaba los deseos de renovación. Se intentaba dar respuesta a las inquietudes de los Hermanos mediante una formación cada vez más profesional y diversificada, aunque no sin tensiones y algunos malestares particulares.
Es un aspecto que apenas se insinúa en Lafrey, para estos años, como renovación de la misión o justicia social referidos en el Capítulo General de 1967 (pp. 408-409).

En América Latina el asunto de la solidaridad, el compromiso educativo con los pobres o, en términos del Documento de Puebla, la opción por los pobres, fue mucho más significativo y se mantuvo con fuerza, por un lado, como motorizador de las energías misioneras de los Hermanos, y por otro como elemento de tensión, por las diferentes miradas que sobre el asunto se tenían. La diferente mirada, puede apreciarse en Venezuela en medio de la fuerte crisis de 1972, en relación a un tema como lo es la construcción de un Colegio en Caracas, que permitieran reubicar el ya existente, para el que la votación a favor, se saldó con tan solo un voto de diferencia (p. 238).

El asunto del compromiso del Instituto con los pobres apareció con más fuerza en Documentos posteriores del Instituto, Capítulos Generales y Circulares de Superiores, y puede descubrirse en una especie de vaivén entre un decir con más fuerza y un suavizar el lenguaje. Sin entrar en un estudio detallado, los Capítulos XVII y XIX, a mi modo de ver, se expresaron con más fuerza; del mismo modo que lo hicieron en algunas Circulares los Hermanos Charles Howard y Benito Arbués. Es un asunto al que no le hinca el diente Lanfrey, y que sin embargo en América Latina tuvo alta incidencia, por lo que significó la apertura de nuevas presencias entre los pobres (de inserción, algunas de ellas) y fuertes polémicas y decisiones controversiales en torno a los modelos de Formación Inicial.

El choque cultural que menciona Lanfrey, en América Latina pasó por redescubrirnos con una cultura propia, y sabernos pueblos creyentes y empobrecidos, y en medio de una historia compleja de violencias estructurales y surgimiento de guerrillas y revoluciones. Frente a todo esto, la vida marista también se confrontaba. Era un nuevo factor que provocaba crisis y rupturas.

La década de los 80 en Venezuela supuso una revitalización, por el incremento de Hermanos jóvenes, y por la dinámica de mayor cercanía a los pobres, en la proyección social de las obras escolares existentes, y mediante la apertura de una nueva obra escolar en territorio indígena (Escuela Granja Santa Catalina), con una experiencia previa de un año, conviviendo con la comunidad indígena de Nabasanuka (p. 306).

El encuentro de Provinciales Latinoamericanos en Chosica, Perú (1984), supuso un punto álgido en las llamadas de los Superiores hacia un mayor compromiso. Se lee en nuestra Historia (pp. 304-305):

El Consejo de septiembre de 1984 el H. Provincial informó detalladamente de lo tratado en le reunión de HH. Provinciales en Chosica, Perú (CLAP) y de la prioridad establecida para la vida marista en América Latina. El texto de la prioridad establecía: “Asumir como prioridad, desde nuestro ser de religioso marista y al modo de María y Champagnat, consolidar el proceso de conversión en el seguimiento de Cristo pobre y Hermano Universal, de manera que se encarne progresivamente en las provincias, a escala general, una real operatividad de la atención preferente a los niños y jóvenes pobres”.
La perspectiva de Chosica, siguió marcando este periodo, hasta 1990.

Dinámicas complejas, todas estas mencionadas, bien sea por Lanfrey o por nosotros, que estuvieron activas en medio de las distintas crisis, y lo siguen estando en la actualidad. Dinámicas que se inscriben en estas mutaciones culturales, históricas y sociales, que no han cesado y que constituyen un reto enorme para la vida marista que tenemos por delante.



  

martes, 14 de abril de 2020

Historia del Instituto Marista, historia de la Venezuela Marista




En esta entrada revisó dos obras sobre historia marista:
  • Historia del Instituto Marista, tomo 2, del Hermano André Lanfrey (2016).
  • Historia de la Venezuela Marista, de los Hermanos Jesús Martínez Gómez, Isaac Revilla Lara y Tomás Martínez Sancho (2018).

En particular, me interesa señalar similitudes, distancias, e iluminaciones que entre ambos textos se generan, en el período aproximado de 1920 a 1944.
Lanfrey, al analizar el caminar del Instituto, considera los años 1907 a 1944 como un período en el que se tiene “un concepto de misión muy difuso”. Lo estudia dentro de la primera parte del tomo 2, en la que los subtítulos incluyen años desde 1903 a 1967, abriendo un poco más el marco temporal que yo consideraré. Esta parte primera la titula “Cual ejército en orden de batalla” (páginas 22 a 363). Por otro lado, el capítulo 1 de la Historia de la Venezuela Marista lleva por título “La primera piedra (1925-1944)” y abarca de la página 21 a la 103.

Sobre el “concepto heroico de misión” de la época, Lanfrey, citando al hermano Diogène, afirma: “En el momento de partir hacia países lejanos, el sacrificio es total supone la separación completa y definitiva de la familia, de los cohermanos, de la patria y la perspectiva de sentirse aislado en tierra extraña”.  Y agrega: “el misionero digno de este nombre marcha sin espíritu de regreso; no volverá, pues, ni para visitar a la familia, ni siquiera por motivos de salud. Solo volverá por la llamada de los superiores” (pp. 32-33).
Esta perspectiva misionera se revela desde los inicios de la llegada de los hermanos a Venezuela. Pertenecientes a la Provincia de Lacabane-Anzuola, de los 14 españoles que llegan entre 1925 y 1932, exceptuando dos que se retiran y pronto regresan a España, y uno que permaneció tan sólo tres años, el resto (11 hermanos) vuelven a España después de pasar entre 12 y 21 años, y sólo dos se quedan allí; 9 fueron tan sólo para realizar su Segundo Noviciado e inmediatamente retornanron a Venezuela.
La revitalización del impulso misionero promovida por el hermano Diógene, Superior General para entonces, y el hermano Constantien, provincial de Lacabane-Anzuola (Venezuela, páginas 53-54), se vio concretada en Venezuela tras la autorización del gobierno del Presidente Gómez al ingreso de más hermanos: 16 entre los años 1932 y 1935. Esto permitió la apertura de dos nuevas presencias. En particular, la obra de Riohacha tenía unas características marcadamente misioneras (Venezuela, páginas 82-87). Respondía a una invitación del superior de la Misión de los Padres Capuchinos. Si bien los hermanos asumieron la dirección de un colegio existente, lo difícil (“heroico”) de la misión, lo revela, en primer lugar, la situación de Riohacha en zona de frontera, fuera de Venezuela, y con alto porcentaje de población indígena wayú; y, en segundo lugar, las enfermedades que pasaron casi todos los hermanos (seis de siete) allí presentes: paludismo, fiebres, gangrena o malaria (página 39). Es notable que también los primeros hermanos llegados en 1925 pasaron lo que llamaban las fiebres de aclimatación.

En esta clave misionera, los Hermanos franceses tuvieron un gran influjo en el Instituto (Lanfrey, 33). En Venezuela, si bien su papel fue muy limitado (únicamente llegaron dos hermanos franceses), cuando se trató de fundar Riohacha, obra de Misión, se consideró el envío de uno de ellos (Doroteo) como superior de esta comunidad. Por razones más pragmáticas, se envió otro (Philip) en 1925, para que apoyara en las clases de inglés, pero pronto regresó a la Provincia de Estados Unidos a la que pertenecía. Como misionero, el hermano Doroteo siguió en Venezuela hasta 1953, habiendo permanecido 23 años.

Así pues, la misión realizada en Venezuela durante estos primeros años corresponde principalmente a los hermanos españoles, como sucedió en una parte de América Latina, especialmente en los años posteriores. Los perfiles misioneros diferenciados entre españoles, franceses y otros hermanos europeos, no son objeto de análisis en la obra de Lanfrey, y es algo que también escapa a mi mirada más local. Sin embargo, tomo algunos tópicos acerca de la confusión misión-colonización-cristiandad a la que se refiere Lanfrey, respecto a los franceses, y me hago eco de sus afirmaciones quien, citando al Secretario General del Instituto en 1930, pone el acento misionero de la época en la “aceleración de las conquistas de la iglesia”, en el derrumbe de las “religiones falsas” frente a la civilización europea y la evangelización de la “masa pagana” (página 35).
Cuando Lanfrey comenta esta perspectiva, se refiere a América del Norte, Oceanía, África y Asia. Resulta llamativo que no haga mención de América Latina, pues el rumbo de la misión aquí no era muy diferente. Si bien en Venezuela no se identifica misión con colonización y civilización europea, sin más, hay elementos que permiten suscribir, a grosso modo, lo que agrega en la página 36:
Parece, más bien, haber dominado un ingenuo sentimiento de superioridad al considerar que lo que era bueno para Europa lo era también para todo el mundo. De ahí, entre los hermanos maristas, la obsesión por la uniformidad. De ahí, la ambigüedad de la misión como transmisión de una cultura dominante que no se percibe como tal. Y de ahí, también, el choque cultural más o menos permanente que ha podido trabar el desarrollo de ciertas provincias.
Signo de esto es que no surgieran vocaciones venezolanas en este periodo en consideración. Un detalle, que debe ser visto como tal, sin perder su impronta de signo, lo representa el inicio de la obra escolar de Maracaibo con la curiosa anécdota de las mesas (Venezuela, pp. 38-39). En ella se pone de relieve, ciertamente en primer lugar, el trabajo y creatividad de los hermanos; sin embargo, hace ver también la perspectiva fuertemente crítica respecto a lo recibido: “aquellas mesas eran inservibles”, se dice.
La relativa indiferencia hacia los temas políticos, económicos y sociales, y su compromiso esencialmente religioso y educativo, es asunto que Lanfrey resalta en los hermanos franceses de Brasil. Similar es la situación en Venezuela. Puede leerse, subrayado, en la libreta personal de un hermano español, en sus apuntes de un retiro del año 1931: evitar política (p. 28). Así sucedió que, cuando el país estaba conmocionado combatiendo contra J. V. Gómez, que entregó el petróleo a compañías extranjeras a precio de gallina flaca, los hermanos se recogían en el Colegio o, cuanto más, refugiaban a quienes, en medio de manifestaciones, huían de la represión policial (p.64).

Sin embargo, del modelo brasileño que Lanfrey (p. 39) considera inculturación acertada, también se encuentran elementos notables en los primeros años de vida marista en Venezuela. “Sabrán adaptar rápidamente su organización pedagógica a las exigencias del Estado” (fiestas cívicas, por ejemplo) y también sabrán abrirse a la sociedad zuliana preocupada por la promoción humana y la formación religiosa. La alianza temprana con los representantes para la construcción de la primera escuela con la constitución de la Junta Protectora y la solicitud de recursos a las compañías petroleras (p. 42) ponen de relieve su rápido relacionamiento, e incluso, en el caso del Dr. Nemesio Castillo (p. 41), su apertura a relaciones nada ortodoxas, pues se trataba de un masón (“delito” por el que se juzgaba en España en el año 1939 y siguientes).
Los paseos de los hermanos a las regiones cercanas, a Boconó (p. 45, con intención de fundar una obra), Perijá (p. 49), alrededores de Coro (p. 80) o Meachiche (p. 55), durante los años anteriores a 1935, hablan del interés por el conocimiento del país. Sus expresiones al describirlos, siempre son de agrado, admiración y disfrute. El viaje de los Hermanos desde Coro a Maracaibo se describe como una aventura emocionante, soportando lluvias, atravesando ríos y comiendo “a base de huevos, gallina, leche y productos de los caseríos” (p. 55).

La tensión entre colonización e inculturación en la Venezuela marista se manifiesta desde los inicios de la misión. Por un lado, se revela cierta desconfianza en las tradiciones religiosas locales tales como la temprana veneración a José Gregorio Hernández o el rito de echar el agua a los recién nacidos, y se asoman ciertos reparos a la potencialidad autóctona para la vida religiosa marista o la sacerdotal. La implementación de prácticas escolares europeas, y la Guía del maestro como norma general, refuerzan cierto matiz “colonizador”. Por otra parte, el progresivo amor a Venezuela como segunda patria, el nombre asignado al Colegio con advocación mariana local (Nuestra Señora de Chiquinquirá, p. 39), la vinculación personal afectuosa con los representantes, son otras tantas muestras de la “acertada inculturación”.

La Cristiandad como perspectiva de la misión, enunciada en la obra de Lanfrey, resulta un concepto más potente aún para la Iglesia Latinoamericana del momento. La perspectiva de cristiandad como movimiento restaurador en América Latina se señala en la página 24 así:
La Iglesia venezolana estaba pasando por un momento restaurador tras un siglo XIX fundamentalmente laicista. A partir de 1889 se autorizó la fundación y entrada de Órdenes Religiosas. Pero fue a partir del Primer Concilio Plenario Latinoamericano celebrado en Roma el año 1899, cuando se apuntaló para Venezuela este movimiento restaurador de Cristiandad.
Ahora, en cada país se intentaba hacer realidad este proyecto de restauración de la Iglesia católica. Se pretendía recuperar las glorias y el influjo social de los que la iglesia durante la colonia.
Los obispos venezolanos se reunieron en 1904 y produjeron una Instrucción Pastoral en la que exhortaban a impulsar los seminarios, la prensa católica y la escuela católica.
A imitación del movimiento laicista de Francia el presidente Guzmán Blanco, a finales del siglo XIX, había sido gran impulsor de este movimiento, además de gran admirador de la cultura francesa, de la que copió su arquitectura; promovió la educación gratuita y universal, y expulsó a los jesuitas y a otras congregaciones religiosas extrajeras. Con el movimiento restaurador, la Iglesia venezolana, logró abrirse un espacio, conviniendo con el gobierno de Juan Vicente Gómez el apoyo a la educación, con la autorización de varias congregaciones religiosas extranjeras. En este contexto de renovación de cristiandad, llegan los Hermanos en 1925.

Cristiandad y laicismo serán desde entonces dos perspectivas vigentes y en tensión en Venezuela. Las tensiones por el laicismo en España durante la Segunda República, no fueron extrañas para los hermanos de Venezuela pues ya las habían vivido, aunque sin esa virulencia.
La Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial no marcaron directamente la misión de los hermanos, que siguió inalterada, tras el impulso de los hermanos llegados entre 1932 y 1935. Su influencia fue indirecta, en cuanto que las noticias llegadas de Europa, les producían “gran pesar, intranquilidad e impotencia” (p. 64).
El influjo de estos acontecimientos se haría notar más tarde, con la presencia de los Hermanos de la Provincia Lacabane-Anzuola que los habían vivido. En las páginas 61-62 se recoge la relación de hermanos que participaron en la guerra y luego llegaron a Venezuela, y la situación de la Casa de Formación de Anzuola y su reconstrucción. Como se señala en el texto, la experiencia vivida en España marcó fuertemente a los hermanos que la vivieron de cerca, de modo que los años posteriores, las nuevas situaciones de tensión gobierno-educación católica se leyeron desde lo vivido y me atrevo a decir que cierto conservadurismo religioso posterior estuvo marcado por esta historia de conflicto entre renovación de cristiandad y laicismo.

Respecto a los Superiores Mayores y los Capítulos Generales a los que se refiere Lanfrey en su obra, la tradición propia en Venezuela agrega a lo señalado por él un asunto curioso respecto al Capítulo General de 1920. En relación con la elección de Delegados al capítulo en las Provincias españolas salió a relucir el asunto de las nacionalidades, tensión entre franceses y españoles, que generó algunas incomodidades, pero que finalmente se solucionó en sana paz (página 30). Respecto a los Asistentes Generales y su función, Lanfrey (pp. 135-138) se refiere al Hermano Euphrosin como Asistente desde 1920 de las Provincias de St. Paul-Italia, México y Colombia; señala su papel en la organización de las Casas de Formación inicial; y señala, a tenor de su biógrafo, un rasgo particular: “cierta viveza de carácter”, que le crea dificultades en sus visitas. No se ve esto reflejado entre la memoria de los antiguos hermanos de Venezuela, en medio de sus numerosas visitas, al menos 6 entre 1927 y 1947 (p. 479). Agradecidos habían quedado desde su temprana visita en abril de 1927 a su paso hacia Colombia, México y Cuba, que tuvo ese detalle sin ser propiamente asignado Asistente General para Venezuela, que pertenecía a la Provincia de Lacabane-Anzuola. Especial grato recuerdo quedó de su presencia en el primer retiro dirigido por un Superior Mayor en Venezuela, en Maracaibo, del 1 al 8 de septiembre de 1939 (pp. 45 y 68-69).

Sobre el asunto de las finanzas del sector Venezuela, no se ha hecho un estudio detallado de estos primeros años, pero algunos indicios señalan la creciente descentralización respecto al Instituto, e incluso respecto a la Provincia Lacabane-Anzuola. Nada se sabe de si la Provincia apoyó con recursos financieros al iniciar la misión o para su reimpulso durante los años 30. La política más autónoma consistía en que cada obra se valiera por sí misma, y así se resaltan las dificultades de la obra de Maracaibo, en su inicio o para la construcción de nuevos locales (p. 41), ante la falta de respuesta del Obispo para el cumplimiento del Convenio. Si logran seguir adelante, es por el apoyo financiero que les brindan algunos padres de los estudiantes a través de la figura legal de una Junta Protectora del Colegio (p. 42), con la que consiguen los fondos requeridos para la construcción de nuevos locales e independizarse un tanto del Convenio con el obispo.
La obra de Coro no logra sostenerse por sí misma y se cierra tras apenas 4 años de presencia (1931-1935). Sólo se contaba con 100 estudiantes y 4 internos, de los que no se lograba percibir los ingresos necesarios para el mantenimiento de la obra. Es la obra de Maracaibo la que apoya a los hermanos de Coro, durante algún tiempo. Así lo refiere el hermano Bonifacio: “Gracias a la caridad del Colegio de Maracaibo, que nos ayudaba económicamente, pudimos sobrevivir” (p. 81).
Para la obra de Riohacha, los Padres Capuchinos “ofrecían edificio y buenos sueldos” (p. 82), por lo que se mantenía con suficiencia económica. Las razones de su cierre parecen ser de otro tipo.
El crecimiento económico de la Venezuela marista (p. 65), puede apreciarse en el año 1939, cuando se constituye la Compañía Anónima Hisven de Educación, mediante la cual se concreta la compra de un terreno de 2 hectáreas, por 45.000 bolívares, para construir un nuevo y amplio colegio. A partir de entonces, se sucedieron diversas adquisiciones de terrenos y construcción de nuevas estructuras escolares, lo que evidencia la estabilización de la obra de Maracaibo e, incluso, su rentabilidad. Además, se comienzan a referir envíos de dinero a la Casa madre de la Provincia Lacabane-Anzuola.

Respecto a la renovación en la formación de los hermanos, Lanfrey (p. 171) resalta el impulso que se quiso dar y también cierto impasse con Roma respecto a la valoración del voto de estabilidad, y la realización del Segundo Noviciado, con el hermano Avit como director del mismo, en los años anteriores a 1936. Ninguno de los hermanos de Venezuela lo realizó entonces. Fue durante la nueva etapa, con la orientación del hermano Charles Raphael como “discreto reformador”, cuando los hermanos venezolanos comenzaron a participar en él, tras la Segunda Guerra Mundial.
Durante los años 1946 a 1951, realizaron el Segundo Noviciado, dirigido sucesivamente por los hermanos Charles Rafael, Fernando Luis y Juan María, doce hermanos de Venezuela, a un ritmo ininterrumpido de 2 por año. Lo realizaron en Grugliasco, que fue el lugar escogido para los hermanos de habla hispana. Lo fueron haciendo casi en orden cronológico de acuerdo al año de llegada a Venezuela. Y así fue ocasión de paso por España para visitar sus familias. Los hermanos llegados a Venezuela a partir de 1940 pudieron hacer el Segundo Noviciado a los diez años de su presencia en Venezuela, mientras que los primeros hermanos habían tardado más de 20 años en regresar a España (pp. 94, 114 y 167).
Sobre el voto de estabilidad que realizaban los hermanos, presenta Lanfrey la situación de tensión con Roma, que no lo acepta “como una categoría de privilegio” (condición para nombramiento de cargos, especialmente) y lo promueve a los 10 años de la profesión perpetua.
En Venezuela, de los 33 hermanos profesos anteriores a 1940, 31 de ellos habían realizado su primera profesión en Anzuola y su profesión perpetua, 5 o 6 años después, en Maracaibo (11) Riohacha (3) o Coro (2), en las comunidades donde les correspondía su misión. La Habana y Cienfuegos (Cuba), fueron comunidades en las que seis hermanos más, en tránsito a Venezuela, hicieron sus votos perpetuos. Otros seis habían hecho su profesión perpetua antes de su llegada a Venezuela en Anzuola (5) o Bilbao (1). Dos se retiraron antes de realizar su profesión perpetua y dos realizaron su profesión en Estados Unidos o Grugliasco. Siete se retiraron antes de hacer su voto de estabilidad. De los 24 restantes (p. 96), realizaron su voto de estabilidad: uno a los 12 años, el hermano Doroteo, en Bilbao; dos a los 15 años, y dos a los 17; la mayoría, realizó su voto de estabilidad en torno a los 20 años después de su profesión perpetua. Es posible que este asunto de cierto “privilegio” para la realización del voto de estabilidad aparezca revelado en los hermanos de Venezuela que lo hacen durante estos años, pues son pocos los que lo realizan en torno a los diez años tras la profesión perpetua, como sugería Roma, y los que más tempranamente lo realizan fueron precisamente los primeros superiores: Félix Anselmo, Ildefonso y Doroteo, en Venezuela, y en España, posteriormente, María Anselmo y Pablo Felipe, una vez que regresaron. Todavía resulta vigente en los años 40 el cuestionamiento del sentido de este voto que Roma hiciera algunos años antes.
Interesantes asuntos, que vale la pena analizar, y que el Hermano Lanfrey ha puesto sobre el tapete, con su Historia del Instituto. Asuntos que, en buena parte siguen planteándonos grandes retos, como lo son el sentido de la misión, la inculturación, la relación entre evangelización y cultura, las finanzas de nuestras obras -entre la solidaridad, la suficiencia y la mutua dependencia-, la relación con las iglesias locales, la formación y necesidad de renovación de los hermanos, el sentido de la consagración y su proceso vital, la relación con los Superiores Mayores y la descentralización, entre otros.
Que la vida entregada de estos hermanos, con sus búsquedas, vacilaciones, aciertos y errores, sigan motivando el caminar de la actual Provincia Marista Norandina, más allá de estos tiempos de coronavirus, que pasarán, sin duda. Y que nos dan dado la oportunidad para algunas reflexiones pendientes.

lunes, 4 de julio de 2016

Little hope of making us brothers


(Versión para algunos amigos)

Little hope of making us brothers

I don't  dream
to transform the world.
It's too big,
it's too far,
it's too thought ...
I don't dream governments
                         all-democracies
uncorrupted, untouched, perfect.
I don't dream
with the leaders of the world,
interhuman love's giants.

I have seen a young man dying
and I have sown in your life
the presence of a God
which still has the last word.
I have seen children without school
in the horror of a people torn apart by war
I have searched teachers, in God,
than they will teach to walk firmly.

Orphans and elderly are under my roof.
Shelter and bread, and love first,
It is all I have for them.

Little flower is my life.
Violet, little flower of hope,
tucked away
in the farthest corner
of Pandora's box,
we still stay.
You're still human.
You're still people.

Making us brothers
I don’t dream much
Making us little -Jesus said-

Making us neighbors
man beaten
on the roadside,
man finished,
dint of misery.

Making us brothers.
Pick up the cries
and raise them to God
in one voice.
They are common song
and liberating path.

Little hope of making us brothers.

domingo, 7 de febrero de 2016

Carta 150 (esquema de estudio)




CARTA A MONS. PEDRO FRANCISCO BONNEL
OBISPO DE VIVIERS, ARDÈCHE


INTRODUCCIÓN

  • Tenemos una  Copia de la minuta en los archivos de los Hermanos Maristas, AFM, RCLA 1, pp. 66-67, nº 71; editada en AAA pp. 225-226
  • Ha sido editada en castellano en Cartas V*, con el número 150. La traducción es de A. Aragón, sobre el texto francés editado por P. Sester. Contamos también con la versión informática y en cuadernillo del CEPAM, con traducción de A. Brambila: PS 150, ch110150.doc
  • La carta no tiene fecha. La fecha establecida por la crítica es del 1837-11-01.

OBJETIVO
El P.Champagnat manifiesta a Monseñor la aceptación de su decisión. Le informa que no abrirá las escuelas de Peaugres y de Boulieu, hasta contar con su autorización, y al mismo tiempo le comunica su disponibilidad para acudir en su ayuda apenas lo solicite.

FECHAS Y DATOS  PARA ENTENDER
(ver Repertorio; además: Pierre Zind, Las nuevas congregaciones… 71-73; 140-143; 332-337; Alain Delorme, M. Vernet y su fracaso… CM 19)

1803      El Sr. Vernet, junto con el Sr. Boisson, abren el noviciado para los Hermanos de la Instrucción Cristiana, en Thyens (Ardèche), tomando como modelo a las Hermanas de la Presentación de María.  Quedan en manos de Boisson y se instalan en torno al Santuario de Nuestra Señora del Buen Consejo, en La Blachere, y pasan a llamarse popularmente Hermanos de Nuestra Señora del Buen Consejo.

1823      Boulieu (Ardèche). El párroco, Sr. Pierre-Antoine Dumas, y el alcalde Mignot se pusieron de acuerdo para abrir una escuela de Hermanos (Maristas) en la parroquia. Como ya sabemos, el Sr. de Vogüé vino en su ayuda. Las clases empezaron en septiembre.
1825      Decreto real (del 10 de marzo, firmado por Carlos X) de aprobación para los Hermanos de la Instrucción Cristian de la diócesis de Viviers solicitud del obispo de la diócesis Monseñor Molin.
Muere Molin, y Bonnel es nombrado por el Rey para el obispado de Viviers (Ardèche).
1826      Cattet es nombrado tercer vicario general de Lyon. Se encarga de las comunidades religiosas, y por lo mismo se ocupa de los Hermanos Maristas, de los clérigos de Saint-Viateur y de las numerosas comunidades de religiosas de la diócesis.
1830      Desaparecen los Hermanos de Viviers por la crisis que arrastraban y las convulsiones políticas.


1833      Peaugres (Ardèche). El Pbro. Artru  es el párroco que invita al P.Champagnat a que le mande Hermanos
                Los Hermanos Maristas abrieron dos clases en locales improvisados. La escuela tuvo unos inicios muy prometedores
                Vernet motiva a varios jóvenes para reemprender su vida de Hermanos y los traslada al noviciado de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Avignon. Serán de nuevo los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Viviers, aprovechando la aprobación que ya tienen.

1835      Marcelino debió amenazar con retirar a los Hermanos de Peaugres a causa del mal estado de la casa. El Sr. párroco hizo construir un edificio para alojar a los Hermanos y a sus alumnos.

1837
Solicitudes para la instalación de otras tres comunidades en la diócesis de Viviers - Ardèche: en St. Felicien, en La Louvesc y en La Voulte.

junio                      El Sr. Vernet traslada el noviciado de los Hermanos a Viviers
Septiembre
día 19                                   Marcelino escribe al  Pbro. Juan Francisco Fustier; párroco de Saint-Felicien, Ardèche dejando en espera su solicitud (carta 137)

octubre                                 Vernet escribe a Cattet (Diócesis de Viviers – Ardeche a Diócesis de Lyon) solicitando la prohibición de los maristas en su diócesis
día 19                                   Marcelino escribe al  Pbro. Jean Pierre Clair Fanget; párroco de Serrieres, Ardèche negando su solicitud (144)
día 30                                   Marcelino escribe a los párrocos de Boulieu y Peaugres:  Dumas y Artru (148)
Marcelino escribe al Pbro. Juan Francisco Fustier; párroco de Saint-Felicien (149)

Noviembre          
día 01                    Marcelino escribe la carta al Obispo Bonnel (150)
El Pbro. Dumas, de Boulieau, intervino ante las autoridades de su propia diócesis para que se rectificara la postura tomada
día 13                                   Mons. Pedro BONNEL, obispo de Viviers responde a Marcelino para que prosiga con la obra de Voulte (¡ni menciona el resto!)
Finales de mes     Los Hermanos Maristas se instalaron en Voulte
                               Siguen los Hermanos en Boulieu y Peaugres
Marcelino recibe solicitudes de las diócesis de Lyon, de Belley, Grenoble, Le Puy, Clermont, Autun…

1837-39                                Vernet abre siete escuelas: Serrières (1837); Le Teil (abril 1837); Saint-Désirat (noviembre 1837); Quintenas (abril 1838); Thueyts (junio 1838); Largentière (octubre 1838) y Le Cheylard (junio 1839).

1838-1840           Marcelino niega solicitudes de Hermanos a las poblaciones de Cornas, Lamastre y St Marcel, en Ardèche (Cartas 223, 286 y 327)

1840      Muerte de Marcelino
1841      En agosto, dimite el obispo Bonnel; Guibert, es el nuevo obispo de Viviers
Los Hermanos Maristas toman posesión de la escuela de Saint-Félicien el 23 de octubre.
1843      El Sr. Vernet, viendo acercarse su fin, puso su comunidad de Hermanos en las manos de Mons. Guibert.
1844      Se integran estos Hermanos en el “Instituto similar” de los Hermanos Maristas.


CARTAS RELACIONADAS CON ÉSTA:
1823                PS 001: Boulieau va bien
19-10-37         PS144 : “…no veo que nos sea posible proporcionarle Hermanos este año…”
30-10-37          PS148 : “…nuestros Hermanos serían causa en esa diócesis de un choque desagradable y vergonzoso para la religión y en consecuencia Monseñor Vernet hace decir por medio de Monseñor Cattet al Sr. Arzobispo que nos prohiba la actuación en el territorio de Viviers… Advierto a nuestros Hermanos que no comiencen las clases ni se provean de nada, a menos que su obispo curse una autorización por escrito…”
                        PS149 : “…nuestros establecimientos en el Vivarais molestarían a la administración episcopal, lo que sería absolutamente opuesto a la finalidad de nuestra Sociedad…Por eso usted sabe que todas mis relaciones con usted quedan interrumpidas…”
13-11-37         Pasiva -ch210144.doc : Monseñor anima a seguir en Voulte
10-1838          PS223 : Marcelino responde negativamente a solicitud para Cormas
22-10-1839     PS286 : niega Hermanos para Lamastre (remite a los HH. de Viviers)
03-03-1840     PS327 : niega Hermanos para St Marcel


TEXTO DE LA CARTA

Monseñor:

Me siento feliz de ver que la Providencia me proporciona la ocasión de presentar a Su Excelencia mi respetuoso homenaje y la seguridad de mi total disponibilidad. Hubiese sin duda sido más satisfactorio para mí hacerlo por una causa más agradable, pero puesto que es del agrado de Dios el ordenarlo de otro modo, me permitirá por lo menos la satisfacción de exponer a su Excelencia la rectitud de nuestras intenciones al darle a conocer nuestro sentimiento.

El Sr. Cattet, Vicario general en la diócesis de Lyon, acaba de comunicarme el contenido de una carta del Sr. Vernet, con fecha 20 de octubre de 1837, en la que el Sr. Vernet le ruega en nombre de su Excelencia prohiba a los Hermanos del Hermitage el formar establecimientos en la diócesis de Viviers. No dudo, Monseñor, de que el Sr. Vernet se haya decidido a semejante gestión sólo por motivos laudables; por eso me apresuro a suscribir con la más respetuosa sumisión esa decisión, feliz de poder contribuir con ello al buen orden de su diócesis. Si de la presencia de nuestros Hermanos en la diócesis de Viviers ha podido resultar un conflicto desagradable y vergonzoso para la religión, estoy profundamente afligido. Sería ciertamente desolador que en un momento en el que el protestantismo sacrifica sus intereses más queridos[1] uniéndose por doquier para apoderarse a cualquier precio de la educación de la juventud, vengamos nosotros a obstaculizar la obra de Dios en una diócesis en la que la prudente administración nos es tan bien conocida. Según la carta del Sr. Vernet, Su Excelencia no verá mal que en un momento en que no podemos dar cumplimiento a la multiplicidad de peticiones que se nos dirigen desde todos los puntos de Francia, demos orden a nuestros Hermanos de Peaugres y de Boulieu de no abrir sus clases sin que hayamos recibido una autorización muy formal de su Excelencia.

Usted permitirá, Monseñor, que aproveche esta circunstancia para informar a su Excelencia del espíritu de nuestra Sociedad. Un principio de nuestras Constituciones es el de no caminar nunca en todo y por doquier sino con la ayuda y bajo la benévola protección de nuestros señores Obispos, de los que tendremos siempre a gloria el ser los más sumisos y obedientes servidores. Cuando le plazca, pues, a su Excelencia honrarnos con su confianza, nosotros nos afanaremos en volar a sus órdenes, lo que nos será siempre agradable y de muy glorioso cumplimiento.

Dígnese aceptar el profundo respeto de éste que se estima feliz de poder ser con afecto, Monseñor, de su Excelencia su muy humilde y obediente servidor,

CHAMPAGNAT. Superior de los H.H. Maristas.




SÍNTESIS DE LA SITUACIÓN
D.Pierre François Bonnel de La Brageresse era Obispo de Viviers, diócesis donde los Hermanos estaban presentes en las localidades de Boulieu y de Peaugres. Era Vicario General el P.Vernet, responsable también de la “Congregación de los Hermanos de la Instrucción Cristiana”, fundados en aquella diócesis. En 1837 el P.Vernet expidió carta a Mons. Cattet, Vicario General de la diócesis de Lyon, para informarle que los Hermanos Maristas no deberían establecerse en la diócesis de Viviers.. Mons. Cattet pasó el comunicado al P.Champagnat que, inmediatamente, escribió a los párrocos de Boulieu y de Peaugres para anunciarles la retirada de los Hermanos (Carta 148); escribió al párroco de St. Felicien, para deshacer la promesa de enviarles Hermanos (Carta 149) y, finalmente, a D.Bonnel envió bella misiva con explícito acatamiento de la determinación del Vicario General (Carta 150). El texto de D.Bonnel no es propiamente respuesta a aquella carta del Fundador, pero se puede decir que es fruto de la actitud respetuosa del P.Champagnat pues anima al Fundador en su trabajo, le pide que atienda la parroquia de La Voulte y nada dice sobre la “prohibición a los Hermanos”. Sabemos que las comunidades de Peaugres y de Boulieu no fueron suspendidas y que la escuela de La Voulte comenzó en noviembre de aquel mismo año. En cuanto a los  “Hermanos de la Instrucción Cristiana de Viviers”, más tarde, en 1844, se unieron al Instituto de los Hermanos Maristas.

Comentario de AVIT a la carta 148-149 – (Anales I, Año 1837)
Nuestros lectores pensarán, al igual que nosotros, que el Reverendo Padre se muestra muy humilde, pero firme y muy diplomático en las dos cartas que anteceden. Los Hermanos de Viviers habían fundado un establecimiento en Serrières, desde un año antes, más o menos: el primer director acababa de abandonar su vocación y esta nueva escuela iba a la ruina. Esto no animó para nada a los señores curas de Boulieu y de Peaugres a solicitar Hermanos al padre Vernet. Insistieron, pues, ante su obispo; su Excelencia los autorizó a conservar los Hermanos que tenían.

Comentario de Paul Sester a la carta 150 – (Crónicas V*)
A esta carta no le falta habilidad, atrapando al Sr. Obispo, por decirlo así, en su propia trampa.


1. SITUACIONES QUE REVELA LA CARTA
  • Hay hermanos en Boulieu y Peaugres
  • El Obispo Bonnel está al frente de la diócesis de Viviers
  • Vernet (Vicario generales de las Diócesis de Viviers) ha escrito a Cattet (Vicario de la Diócesis de Lyon) solicitando la prohibición de los maristas en la diócesis de Viviers
  • Marcelino recibe solicitudes de Hermanos desde distintos puntos de Francia
  • Marcelino firma ya como Superior de los Hermanos (firma común desde la PS012, en 1829)
  • Marcelino habla ya de unas Constituciones y principios propios de la Institución (única vez en todas las cartas activas que menciona las Constituciones. Las Reglas del 37 ya han sido impresas. Es interesante hacer notar cómo frente a Douillet argumenta con el derecho consuetudinario y la consulta a los hermanos, y no con la Regla; carta PS 038, de 1834).

2. DATOS  DE PERSONAS Y OBRAS
Repertorio 2: Cattet, Bonnel, Boulieu, Peaugres
Otras poblaciones de Ardèche (Serriérres, Thyens, St. Felicien, La Louvesc y La Voulte), relacionadas con los Hermanos de Viviers y su fusión, en Avit (Casas de Aubenas).

PROTESTANTISMO FRANCÉS Y CONCORDATO (1801)
El Concordato (1801), completado por las leyes orgánicas de 1802, regula la vida de las Iglesias tanto católicas como protestantes. Establece la nueva organización de las Iglesias Reformistas de Francia, así como el de la Iglesia luterana: el protestantismo francés acepta favorablemente la protección del Estado aportada por el Concordato, ya que no contiene ninguna medida restrictiva, y por primera vez el Estado pagará a los Pastores. Pero el Concordato sólo reconoce las Iglesias “consistoriales” de 6.000 almas, y no las Iglesias “locales”. Esta nueva organización de la comunidad protestante será la causa de numerosas dificultades, que salpicarán el siglo XIX.
Creación de diferentes Sociedades religiosas cuyas principales son: Sociedad bíblica protestante de París (1818), Sociedad de los Tratados religiosos (1821), Sociedad de las misiones evangélicas (1822), Comité para el Estímulo de las Escuelas del domingo (1826), Sociedad para el Estímulo de la Enseñanza primaria entre los protestantes de Francia (1829), Sociedad Evangélica de Francia (1833), y a partir de 1835, distintas sociedades protestantes se fusionan para formar en 1847 la “Sociedad Central Protestante de Francia”; todas estas sociedades son en general animadas por laicos.


Despertar Protestante aparece a finales de 1815 en las iglesias reformadas de la Suiza francesa, Alemania, Inglaterra… Respondiendo a la llamada de las comunidades protestantes… misioneros metodistas, moravios… vienen en ayuda de los pastores protestantes ganados por la teología del Despertar, para predicar una fe ardiente, pietista…” (Paul Sester, en nota a la Carta 150)

CONTEXTO DE CRECIMIENTO. CLAVE MISIONERA (Avit, Anales 1837)
  • En enero se Imprime la Regla, por Guyot, Lyon
  • 66 párrocos o alcaldes habían solicitado Hermanos sin lograr obtenerlos: 12 en el Loira, 13 en el Ródano, 1 en el Var, 1 en el Gard, 6 en Ardèche, 4 en Saona y Loira, 6 en Isère, 1 en el Sena-Inferior, 2 en Ain, 1 en Tarn, 1 en la Nièvre, 1 en Aveyron, 1 en Coreze, 3 en Vaucluse, 1 en la Dordogne, 1 en la Charante, 2 en Saboya, 1 en Côte-d 'or, 4 en el Alto Loira, 1 en Hérault y 3 en Puy-de-Dôme.
  • Estatutos a Salvandy (Ardèche: Lamastre, Vals, Serrièrres, St Felicien, St Desirat, La Louvesc)
  • Nuevas Fundaciones. Thoissey, Lyon-Saint-Nizier, Perreux, Anse, Firminy y la Voulte.
  • 40 postulantes habían revestido el santo hábito
  • El Hermano Abraham murió en las misiones de Oceanía.

3. ACTITUDES DE MARCELINO
  • Visión de fe, Providencia de Dios, aceptación de lo que le agrada
  • Aceptación de las resoluciones de los superiores
  • Discernimiento para buscar el querer de Dios
  • Resistencia para seguir adelante con los proyectos
  • Rectitud de intención
  • Apertura a su superior para comunicarle su sentimiento de desagrado
  • Apertura misionera (todas las diócesis…)
  • Paciencia histórica
  • Equilibrio en los conflictos y tensiones
  • Confianza en los otros (no sospecha dobles intenciones, a al menos no lo manifiesta)

4. MENTALIDAD DE MARCELINO
  • Visión estratégica (habilidad) para realizar las fundaciones, en la relación con párrocos, vicarios, obispos y otros fundadores…
  • Fuerte sentido de obediencia mediada en los superiores (obispo). Es muy común en sus cartas la despedida utilizando el término “servidor” (humilde, obediente, seguro, fiel, respetuoso…).
  • Protestantismo como “enemigo” (“se apoderan a cualquier precio de la educación de la juventud”)

5. RESONCIAS BÍBLICAS

  • Que todos sean uno (Jn 17)
  • Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Rm 12,1-2)
  • No se haga mi voluntad, sino la tuya (Lc 19)
  • Los jefes de las naciones las oprimen. El que quiera ser discípulo hágase servidor (Lc 19)
  • Mi alimento es hacer la voluntad de Dios (Jn 4,34)
  • Vayan y hagan discípulos a todas las gentes (Mt 28, 19)
  • Hasta los cabellos de la cabeza los tiene contados (Mt 6,25-34)

6. REFLEJOS EN LA LEGISLACIÓN MARISTA ACTUAL
  • El Instituto, extendido por el mundo entero y encarnado en culturas diversas, fundamenta su unidad en el patrimonio espiritual legado por el Fundador y transmitido por sus discípulos (C 9)
  • Como Marcelino Champagnat, respetamos y amamos al Papa, al que reconocemos como Superior supremo. Manifestamos nuestra fe y cooperamos en la unidad del Cuerpo de Cristo por la adhesión a la enseñanza y directrices de la Iglesia. Conforme al deseo del Fundador, nuestra caridad se extiende a todos los demás Institutos. (C 10)
  • Deseo, queridísimos Hermanos míos, que esta caridad, que debe uniros a todos, como miembros de un mismo cuerpo, alcance a las demás Congregaciones. Os conjuro, por la caridad sin límites de Jesucristo, que no envidiéis jamás a nadie, y menos aún a quienes Dios llama al estado religioso para trabajar, como vosotros, en la educación de la juventud. Sed los primeros en alegraros de sus éxitos y apenaros por sus fracasos. Encomendadlos a menudo a Dios y a la divina Madre. Dadles con gusto la preferencia. Jamás prestéis oídos a los dichos que pudieran perjudicarlos. Que la gloria de Dios y el honor de María sean vuestro único fin y vuestra sola ambición. (TE 6)
  • El discernimiento espiritual y el diálogo sincero y libre con el Superior y con los Hermanos son medios importantes para corresponder al proyecto del Padre. En esta búsqueda, tendremos que renunciar, no pocas veces, a nuestra manera personal de ver las cosas, para aceptar lo que la comunidad, de acuerdo con el Superior, considera como voluntad de Dios. (C 41)
  • Cada una de nuestras comunidades, enviada por el Instituto, ejerce su apostolado en comunión con los pastores de la Iglesia local y en colaboración con los demás religiosos y seglares dedicados a la misma tarea. (C80)
  • Dios quiere que todos los hombres se salven por medio de la Iglesia, sacramento universal de salvación. Como ella, nuestro Instituto es misionero. Hemos de tener alma misionera, a ejemplo del Padre Champagnat, que afirmaba: Todas las diócesis del mundo entran en nuestros planes. Los países no evangelizados y las iglesias jóvenes gozan de la preferencia del Instituto. Previo entendimiento con la Iglesia local, nos establecemos donde las necesidades de la población reclamen un servicio acorde con nuestro carisma. (C90)

7. FRASES QUE IMPACTAN

  • Hubiese sin duda sido más satisfactorio para mí hacerlo por una causa más agradable, pero puesto que es del agrado de Dios el ordenarlo de otro modo, me permitirá por lo menos la satisfacción de exponer a su Excelencia la rectitud de nuestras intenciones al darle a conocer nuestro sentimiento.
Expresa sentimiento de desagrado, aclara su rectitud de intención… En definitiva, confía en la Providencia de Dios.

  • No dudo, Monseñor, de que el Sr. Vernet se haya decidido a semejante gestión sólo por motivos laudables…
Confianza en los otros (en Vernet), en que no actúan de mala voluntad.

  • Si de la presencia de nuestros Hermanos en la diócesis de Viviers ha podido resultar un conflicto desagradable y vergonzoso para la religión, estoy profundamente afligido.
Expresa sentimiento de aflicción. Cita la carta de su crítico… De algún modo le responde.

  • no podemos dar cumplimiento a la multiplicidad de peticiones que se nos dirigen desde todos los puntos de Francia
Obvia exageración. Aunque indica tantas solicitudes que tiene. Ver mapa Presentación
  • …demos orden a nuestros Hermanos de Peaugres y de Boulieu de no abrir sus clases sin que hayamos recibido una autorización muy formal de su Excelencia.
Pasa a lo práctico. Acata la autoridad, pero deja la puerta abierta, en espera. Los Hermanos no son retirados. Sólo suspende clases. Espera, en el fondo la autorización para seguir. Puesto que nunca fueron retirados, suponemos que el Obispo daría esta autorización, al menos verbalmente.

  • Un principio de nuestras Constituciones es el de no caminar nunca en todo y por doquier sino con la ayuda y bajo la benévola protección de nuestros señores Obispos….

  • Cuando le plazca, pues, a su Excelencia honrarnos con su confianza, nosotros nos apresuraremos a volar
La curiosa expresión sólo se usa, además, en la PS093 estudiada (también a un Obispo, de Grenoble), y es en clave misionera (Todas las diócesis…).

  • Expresiones: Feliz, satisfactorio, agradable, agrado, desagradable, afligido, sentimiento, placer, afecto…
Contra lo que solemos pensar, es común que Champagnat exprese al modo de la época –con pocas palabras- su sentir (placer: 70 veces; sentimiento: más de 50; pena: 22; sensible: 25…)





[1] Alusión seguramente al movimiento del “Resurgimiento Protestante”. Ese fenómeno religioso que consiste en la ayuda mutua de las diversas confesiones protestantes unificando frentes y promoviendo un volver a la fe ardiente, pietista, renegadora del racionalismo y del criticismo esterilizante.