Carta de Champagnat

Carta de Champagnat

domingo, 13 de septiembre de 2015

Ensayo: Notas breves para una espiritualidad cristológica evolutiva en Marcelino Champagnat

Escribir sobre la espiritualidad cristológica del Padre Champagnat no es tarea obvia. Y eso por varias razones.
En primer lugar, Marcelino no sistematizó su saber y su experiencia cristológica en alguna obra escrita sobre el particular; fue un hombre eminentemente pragmático, y si queremos acceder a su espiritualidad cristológica deberemos acudir principalmente a su vida - transmitida en las biografías-, a las cartas que escribe a los hermanos, y poco más.
Además, hay que tener presente que toda vida humana escapa siempre a esquemas que son más rígidos que la realidad. Si se indaga queriendo presentar una evolución etápica en la cristología de Champagnat será siempre por razones de tipo pedagógico o ilustrativo de un caminar que puede iluminar el nuestro, teniendo en cuenta que las etapas se entremezclan y los primeros estadios subyacen por toda la vida.
Una última dificultad se presenta al tratar de ubicar a Marcelino en su diversas épocas: ¿qué será lo peculiar o más propio en relación con el ambiente en el que vive, frente a muchos de los elementos puramente contextuales?
Comenzaré desbrozando el terreno en este punto. "La imitación de Cristo" libro editado por primera vez en Alemania en 1470, es punto obligado de referencia para toda la espiritualidad cristológica posterior por lo menos hasta el siglo XIX. Sus líneas fuerza serán recogidas con diversos matices, por Ignacio de Loyola, y por la escuela francesa sulpiciana, entre otros... Sus grandes principios serán: la grandeza y santidad de Dios, la nada de la creatura, el oficio de mediador de Jesucristo, la unión con Cristo. Esta es la fuente de la que Marcelino beberá su espiritualidad cristológica.
Tras esta introducción intentaré señalar algunos hitos en el desarrollo de la cristología del Padre Champagnat.
A) Etapa del Seminario: Jesús adorado
Es aquí donde recibe de lleno el influjo de la escuela francesa. En la Resolución personal del 9 de enero de 1812 Marcelino ya señala sus muy grandes defectos, se considera orgulloso, muy indigno servidor y se dirige al Sagrado Corazón de Jesús como mediador para combatir el amor propio. Termina diciendo: "no soy más que un poco de polvo". Y en la del 3 de mayo de 1815 escribe: "Dios mío, conocéis mi miseria, Santísima Virgen, sabéis que soy vuestro esclavo... soy indigno... ". Expresiones que más tarde desaparecen.
Siguiendo la Vida que nos presenta el Hermano Juan Bautista (indico las páginas de la Edición Bicentenaria), son notorios algunos elementos en esta etapa. Cristo es presentado en cuanto sujeto de adoración y glorificado en su divinidad. Una muestra de ello soy las expresiones con las que se refiere a Jesús: "corazón divino, adorable Jesús" (p. 17), “divino Jesús mío" (19), "para gloria del Hijo" (23, 29, 96... aún en la 244). Las visitas al Santísimo y la devoción a la Eucaristía (19, 22, 37, 69, 107, 109, 133, 146,147, 231, 233...) son también indicativas de cuanto se viene diciendo.
Las actitudes básicas en esta etapa son de alabanza y sumisión al Creador. La fuerte lucha de Marcelino contra su orgullo (Resoluciones) más que indicar realístamente un defecto en él,  es una muestra de su conciencia de "creaturidad". Dejan entreverse, sin embargo algunos rasgos de ternura más personales. Nunca asoma una muestra de temor. Y en todo caso aflora la confianza.  ¿Será acaso la presencia maternal de María, siempre unida a Cristo la que le da una tonalidad particular a su espiritualidad cristológica, ya desde los inicios? Creemos que sí.
B) Los primeros años de sacerdocio: Jesús imitado
Ya hacia el final de su etapa de seminario comienza a intuirse una elaboración cristológica mayor, ajena no obstante a toda sistematización. Podría hablarse en él de una cristología de la imitación. Quizá sea conveniente aclarar a qué  me refiero al hablar de imitación. Un predominio de cierta exterioridad en la copia del modelo; individualismo marcado en el seguimiento de un jefe; relación particular yo-jefe, actitud de autotransformación mediante penitencias para lograr el acceso al modelo, la persona como ideal... Todavía se clarifica más si lo confrontamnos con el término, mucho más rico, de seguimiento. Este dice relación a un camino más creativo, que nace de impulsos internos, orientado a una misión, realizada en comunidad y con gran sentido de interdependencia. Es evidente que el librito "La imitación de Cristo" y la teología posterior, generó hasta el siglo XIX al menos, una cristología caracterizada más por la imitación que por el seguimiento.
En Marcelino, este influjo es notorio en lo que el H. Juan Bautista Furet nos transmite en la Biografía: La insistencia en la pasión, tomada como fin, así como los medios de disciplina y autoaflicción. La imitación de los rasgos de Cristo "copier trait pour trait". Es evidente el sulpicianismo de la imitación a Cristo en los Sermones copiados (ver estudio cristológico del H. Mariano Varona). Algunas páginas de la Biografía de Furet ilustran algunos rasgos (16, 154, 241 - Kempis, 330) de esta imitación. La doctrina de los Estados, muy típica de la escuela francesa se expresa en la mención de los primeros puestos. Belén y Nazaret remiten a la pobreza (63, 230). La obediencia a Cristo (362-363) es vía de para tal imitación. Marcelino considera ciertas prácticas favorables a este camino de imitación: ayuno (16, 22), disciplina (37), otras más (113, 133, 232, 399).
C) Tras los inicios de la obra marista: Jesús amado, amado por Jesús.
Junto a la maduración humana y expansión apostólica de Marcelino,va apareciendo una espiritualidad cristológiga más centrada en el amor a Jesús. Se trata de una espiritualidad fuertemente relacional, más afectiva, y en íntima conexión con la labor evangelizadora entre los niños y el acompañamiento a los hermanos que ingresan en la comunidad.
La Biografía según Furet, desarrolla ampliamente tres apartados que indican estos elementos, mostrando en su presentación, tal vez, alguna procesualidad: Amor a Jesús, amor a Jesús en los niños y amor de Jesús.
Las cartas, con su frecuente mención del corazón de Jesús, en quien deja  a los hermanos, se pueden situar bien en este tercer estadio de espiritualidad cristológica.

Son sólo unas notas que requieren de una mayor profundización investigativa, pero quise compartir con ustedes estas intuiciones antiguas… y ahí se las dejo.