Carta de Champagnat

Carta de Champagnat

domingo, 24 de mayo de 2015

Poemas a Marcelino

Unos poemas de composición propia para Festivales Maristas de Venezuela (con tema dado), recitados por  jóvenes de nuestras presencias maristas (Juan XXIII, Machiques y El Cristo).


No es fácil esculpir rostros de ángeles


Quiero hablarles de un sueño:
Un hombre que extendía la mano,
Abierta, con sus cinco dedos.
Llegaban miles de niños,
Tomaban su mano, su brazo,
Y por él, su cuerpo entero.
El hombre desaparecía en la confusión del gesto.
Un niño crecía,
Y de nuevo, la misma escena repetida,
Una y mil veces.

Luego, su palabra.
El hombre aquél primero,
Contaba la historia desde el comienzo:

La Valá fue la puerta del mundo,
El evangelio comenzaba a resonar descalzo,
Los vecinos aplaudían y elogiaban,
Los niños se acercaban desde todos los rincones,
Los pobres entraban gratis a la escuela.
Nuevas aulas, nuevos pueblos.
Doce huérfanos atendimos ese primer año.
Con cariño y con esfuerzo otros más fueron atendidos.

Es más fuerte el amor
Que todo el dolor del mundo junto,
Las ilusiones de un hombre de Dios
No son banderas de moda
Arriadas e izadas mil veces.
Cuando el mundo está por disolverse
Y acaso Dios parece estar lejano,
Cuando se hace más inaccesible la esperanza,
Cuando ya suenan clarines,
Anunciando el ocaso de las utopías,
Es entonces el momento.

Un niño moribundo
Señalaba el fin del tiempo,
La hora de la historia nueva,
Del odre nuevo, del vino nuevo,
De la nueva humanidad resucitada.

Entonces como ahora no faltaron los peros:
Pero es absurdo y sin sentido
Un ejército de niños pobres,
Una masa humana sin ideas ni poderes,
Es absurdo, digo,
Que puedan cambiar el mundo,
Renovarlo al menos.
Quizás si hablaras a mi conciencia
De los niños futuros-presidentes,
De los niños futuros-gerentes,
Futuros políticos o empresarios,
Futuros hombres de negocios...
Esos si podrían cambiarlo.
Pero no cabe en mi razón
Esa falta de visión táctica,
Esa estrategia tan desbaratada.
Está loco sin ninguna duda:
Es un problema psíquico,
Una baja autoestima, y una neurosis galopante.

La historia esta escrita de victorias y fracasos,
De oposiciones y retos.
Fue la hora de entender aquellos versos:
Si el Señor no construye su obra,
Inútiles son nuestros esfuerzos.
La fuerza de los pobres
Es fuerza del evangelio.

Pero, bueno,
¿Recuerdan el sueño de que hablaba?
¿Y el hombre aquel del sueño?
Soy yo mismo
Y ustedes, son parte de este sueño,
Palabra y gesto nuevos,
Escultores del difícil reto:
Ya sabemos,
No es fácil esculpir rostros de ángeles...
Mas tampoco imposible
¡¡¡Comencemos!!!



Pequeña esperanza de hacernos hermanos


No son mis sueños los del mundo transformado;
es demasiado grande,
es demasiado lejos,
es demasiado idea...
Ni sueño en los gobiernos
                         -democracias todos-
incorruptos, incólumes, perfectos.
Ni en los líderes del orbe,
gigantes del amor interhumano.

He visto un joven moribundo
y he sembrado en su vida
la presencia de un Dios
que tiene todavía la última palabra.
He visto niños sin escuela
en el horror de un pueblo destrozado por la guerra
y he buscado maestros
que desde Dios enseñen
a caminar en firme.
Los huérfanos y ancianos están bajo mi techo.
Cobijo y pan, y el cariño primero,
es todo cuanto tengo para ellos.

Pequeña flor es mi vida.
Violeta, pequeña flor de la esperanza.
Escondida en el último rincón de la caja de Pandora,
aún nos quedas.
Eres humana todavía.
Eres del Pueblo.

Hacernos hermanos
no es mucho lo que sueño
Hacernos pequeños -como Jesús decía-
prójimos del hombre maltratado
al borde del camino,
acabado a fuerza de miseria.
Hacernos hermanos.
Recoger los lamentos y elevarlos a Dios
en una sola voz.
Serán canto común en El
y camino liberador.
Pequeña esperanza de hacernos hermanos.



Parábola del hermano solidario


Hay un hombre en la calle
asaltado - herido - medio muerto
¿Quién será su hermano?
La verdad desnuda es ésta: yace solo.
Transitan las gentes vagamente
y lo ven
y lamentan
que en esta tierra existan desalmados
que provoquen tales hechos.
Un gerente de lucros y miserias
imagina futuras sociedades
sin estas disonancias.
Y el doctor que olvidó su maletín
-y allí muy bien guardado,
                        en doble fondo,
su hipocrático juramento-
se distrae a su paso
con un par de piernas bien contorneadas
que cruzaron por su acera.
El policía citadino anota una rayita
que hará de un tres un cuatro
en alguna estadística oficial.
Y el periodista, al verlo,
reporta la noticia
en la última página
del cuerpo de sucesos.

Y el hombre es más que un hombre...
recorre su sangre las conciencias...
la sangre vertida
en las regiones infinitas
de este pueblo...
y en niño se transforma,
vendedor de mil diarios,
sufridor de mil penas...
o en población rural,
desolada,
sin luces ni aguas,
ni vida  ni esperanza,
ni doliente,
en soledad que es olvido,
                        y llanto y muerte,
y ¡pobre cielo!...
o en la mujer cansada
                        del amor sin amor,
de las palabras falsas
y los dineros cortos,
y los engaños y los rebozos,
y las mentiras gordas
-sueños prefabricados-,
y los... y los... y los...
o en el indio de estas sierras,
casi nadie para casi todos,
casi útil
para algún escrito
            falsamenteautoctonista,
definitivamente sepultado en vida,
en enfermedad, en hambre, en abandono...
Sigue el herido herido
mientras los hombres pasan.

Y habrá un gesto solidario:
se extenderá una mano abierta, palpitante,
ante el dolor y el sufrimiento extraño.
Algún desconocido
sin más títulos que el hambre,
y su trabajo a cuestas.
Quizá un rostro femenino,
firmeza y ternura
de quien supo sufrir,
y morir un poco cada día.
Correrá los riesgos
del señalamiento y la pregunta,
vivirá, de hospital en hospital,
este actual viacrucis,
atenderá finalmente,
del mejor modo posible,
las heridas y los ruegos del caído.
Y este "ser solidario"
será espejo de otros muchos.
Surgirán los proyectos
de hermanos de la vida:
algunos bajo el signo
de la ayuda generosa,
tal vez otros
respondiendo al clamor
de nuestro tiempo,
con un tono de denuncia y profecía,
y sencillez vital, compartida...

Serán nuevos Champagnat.
Y los jóvenes Montagne verán la luz,
y seremos maristas,
aún, y para siempre.



Marcelino: ayer, hoy, mañana


Ayer fue Jesucristo,
hombre adulto y evangelio:
evangelio de siempre, evangelio hermano,
palabra centenaria cinco veces
en esta tierra americana.

Bartolomé y Montesinos pronunciándote,
de camino en camino,
denunciando la encomienda y el patrón...

Y después Marcelino en son de Revolución:
libertad de hijos,
fraternidad e igualdad de hermanos.

Venezuela es la tierra que te acoge.
Tres violetas han nacido bajo el sol aplanador
y el viento esparce su aroma.
Un proyecto educativo,
una siembra de hombre nuevos
cultivados con firmeza y con tesón.

El suelo nos enseña de la vida.
En la tala del monte
caen los árboles a golpe de machete.
La tierra fértil se prepara con la quema
y la cosecha será abundante.

Hoy la ciudad es Miguel,
y Wilfredo con sus panas.
Miguel y sus andrajos
vocean por las calles
vendiendo Panorama, proclamando miseria.
Su hermanita, café amargo,
como amargo el sufrimiento.
Y el pequeño Manuel las empanadas.
Wilfredo y sus amigos saborean la piedra.
El mundo qué más da,
es sólo comedia o drama.

Y hoy también,
Marcelino y su evangelio
se hacen eco en nuestro pueblo,
y el futuro es llamada incontenible.
Y la historia se hace nueva,
la del pueblo solidario,
de la arepa en el budare
y después en la mesa,
partida y compartida,
como Cuerpo de Cristo,
otra vez crucificado.

¿Has mirado a la montaña?
A los ojos del hombre es recia y firme
y en sus entrañas late la vida
y también sufre.

Somos montaña con vigor de selva dentro.
Y es montaña el pueblo.
Deja crecer la vida,
el corazón de hoy será mañana.

  

Construyendo sueños, con corazones nuevos

 

¿Cómo es eso de construir sueños?
Un sueño es una nube,
y otra…
y sobre ella otra,
Coloco una nube,

¡No!,
¡Perdón!,
no
es
eso…

Diosito tuvo un sueño.
Y puso un día / sobre otro día, y luego otro, y otro…
Fue cumplido su sueño creador.
Y nos hizo soñadores, soñadoras.

Más tarde vino un hombre que dijo:
“Sueño una mesa grande donde quepan los pobres”.
No le dejaron alcanzar su sueño:
lo mataron guindado en un madero, entre la tierra y el cielo.

Luther King, apóstol de los negros,
anunció su sueño de igualdad sin barreras,
y acabaron con él, en el país de las libertades…

Mas sus sueños vivieron
entre sus seguidores.

En otro sueño, el poeta Pessoa
vio a Jesucristo descender a la tierra
y hacerse niño para jugar con él,
volviendo patas arriba sus propios sueños.

Marcelino / no nos contó su sueño

Pudo haber sido así:
era tan solo un hombre
que extendía la mano,
abierta, con sus cinco dedos
Llegaban miles de niños
Tomaban su mano, su brazo, y por él, su cuerpo entero

O tal vez sería de este modo:
He visto a un joven moribundo
y he sembrado en su vida
la presencia de un Dios
que tiene todavía la última palabra.
He visto niños sin escuela
en el horror de un pueblo destrozado por la guerra
y he buscado maestros que desde Dios enseñen
a caminar en firme.
Los huérfanos y ancianos están bajo mi techo,
cobijo y pan, y el cariño primero
es todo cuanto tengo para ellos.

Soñar y construir…
Como San Marcelino nos enseñó

Hoy somos constructores de sueños / constructoras
Un bloque y luego otro, y otro…
Para armar un corazón, y luego otro, y otro…
Muchos corazones nuevos…

Y así un mundo…
sin exclusiones, fraterno,
en paz y sin miseria,
un mundo de cuidado y respeto…
según el sueño originario
de diosito creador.
¡Sigamos construyendo!


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