Han pasado casi
8 meses desde su regreso de París. Las
cartas de Marcelino escritas a partir del 5 de diciembre de 1938, y hasta el 27
de abril de 1839, mantienen una cierta unidad que hace posible comentarlas como
un conjunto, con la clave ya señalada de la espiritualidad de Marcelino en
ellas, a partir de su momento vital.
Me refiero al
conjunto de cartas 233-250. Son
18 cartas de las cuales cinco tienen como destinatarios a párrocos o alcaldes y
se refieren a la fundación de escuelas. Una se refiere a la formación de dos
Hermanos en un Instituto para sordomudos. Cuatro están dirigidas a Obispos.
Siete tienen como destinatarios a Hermanos, en particular, y una es dirigida
como Circular a todos los Hermanos.
La introducción
a las Cartas del H. Paul Sester resalta la crisis económica y política del
momento. Las cartas pasivas permiten descubrir otros elementos importantes que
pudieron afectar el camino espiritual de Marcelino en este periodo.
Hay cuatro que
deseo mencionar:
La carta del H.
Elías Regis, enviada desde Valparaíso, Chile, con fecha 1839-01-12. “El
H.Elie-Régis, en viaje para las misiones, escribió esa carta cuando hizo escala en Valparaíso, un mes después de haber
llegado allí. Viajaba en compañía del P.Petit y del P.Epalle, del
H.Marie-Agustin y del H.Florentin”. La
carta le llegaría meses más tarde a Marcelino, pero señala la situación de 3
Hermanos misioneros en camino.
La carta de la Comunidad
de Valbenoite, con fecha de 1839-01-12. Es una curiosa carta de la Comunidad de
Hermanos que expresa a Marcelino su malestar con el Superior.
Y dos cartas
sobre el mismo asunto. La del P. Juan Claudio Colin, Superior General de la
Sociedad de María, escrita desde Belley, Ain, con fecha 1839-02-22, la estimo
como una carta central para ayudar a descubrir el momento de Marcelino. Colin,
de modo sorpresivo, le manda con su autoridad de Superior enviar Hermanos para
ayudar a los Padres. Le regaña, y le aplica un penitencia por no obedecer. Le
escribe:
Un Hermano al servicio de los sacerdotes de la
Sociedad realiza un bien veinte veces mayor, en mi opinión, que si estuviera
ocupado en una Comuna en donde, gracias a Dios, los medios para instruir a la
juventud no faltan hoy. Pero Usted nunca ha acabado de entender este orden y
este objetivo de la Sociedad. De cualquier manera, recibida mi carta, pasará
Ud. tres días en régimen de retiro para humillarse ante Dios de haberse
conformado tan mal a su divina voluntad, en algunos aspectos, y después,
elegirá al Hermano o al novicio que juzgue ante Dios más indicado para realizar
solo el viaje de Lyon a Burdeos…
Se
añade la del Pbro. Juan Bautista Justio Chanut, S.M., escrita desde Verdalais,
Gironde, el 1839-03-06. Con tono menos destemplado le pide tres Hermanos para
Verdelais y le explica las tareas que cumplirían.
Apenas
un mes después de recibir esta última, en
carta al H. María Lorenzo del 8 de abril, Marcelino se hará eco de la
situación, preparándose para enviar algunos Hermanos. Mencionará además con
interés las misiones de Oceanía.
Estamos también rezando para recomendar las misiones
de Oceanía, por los miembros de la Sociedad que allí están y por los que se
disponen a ir. Estamos en vísperas de enviar Hermanos a Burdeos (C 249).
Los
asuntos están, pues, centrados en la vida de los Hermanos y su misión. En
particular, en su envío a misiones en Oceanía y su “resistencia” (¿!) a
enviarlos al servicio de los Padres; en la vivencia de la fraternidad hacia el
interior de las comunidad y el sentir de los hermanos. Estas serán sus
preocupaciones más notables tal como se verá en las cartas activas.
Una carta al
Sr Rendu
En ella (C
235, de diciembre) le solicita su apoyo para al admisión gratuita de dos
Hermanos en el Instituto de sordomudos de París. Desde el 14 de marzo de 1938,
ya menciona Marcelino su preocupación por formar Hermanos para la educación de
sordomudos. Entonces mencionaba al H. Jubin. Ahora solicita de nuevo la
admisión de dos Hermanos. Luego, en la carta 334 agradecerá a este mismo Sr.
Rendu por haber favorecido la admisión de dos Hermanos en este Instituto.
Siete cartas
sobre escuelas municipales
En este periodo parece ser
que el asunto de nuevas fundaciones escolares pasa a un segundo plano (las
escuelas marchan normal: “nada nuevo”, “todo sigue su marcha”, “todos los establecimientos
continuan”, son las expresiones en las cartas a los Hermanos), para cobrar más
relieve la realidad personal de los Hermanos, la relación fraterna en las
comunidades y el sentido de la vocación de Hermano.
Hay tres cartas de los
párrocos o sus vicarios solicitando Hermanos,
a los cuales Marcelino responde que no hay
suficiente número de Hermanos para atender sus demandas. Pertenecen a tres
deparatamentos: Isere, Allier y Loire.
A
los Pbros. Benito Regis Héctor (vicario de Saint-Lattier, Isère; 1839-01-09; C
237), Santiago Federico Limport (párroco de Cosne-sur-l'oeil, Allier;
1839-02-17; C 243), y Juan Breuil (párroco de Boen-sur-lignon, Loire;
1839-04-27; C 250) escribe:
…inserta en nuestro registro con el número 10. En
cuanto llegue su turno, nos apresuraremos a darle satisfacción… (C 237). Nos
sería imposible actualmente proporcionarle Hermanos (C 243). Los
establecimientos que ya tenemos prometidos no nos permiten darle Hermanos el
año próximo, pero haremos cuanto podamos para proporcionárselos lo antes
posible (250).
Al
Pbro.
Leonardo Gazel (parroco de Chambon-Feugerolles, Loire; 1839-02-26; C 245) le ofrece una respuesta más esperanzada. En ella se dejan
entrever los criterios ya establecidos para la apertura de escuelas: se da
prioridad para incluir a los municipios en las lista de fundaciones a aquellos
que disponen de una dotación básica. Así se expresa en la carta a Gazel, al que
se le hace una promesa más a corto plazo:
Su petición está inscrita con el número 3 de nuestro
registro de establecimientos dotados, que hacemos siempre de preferencia. Su
turno llegará, espero, este año por Todos los Santos.
“Sin
embargo, a pesar de las promesas de fundación, el P.Champagnat no pudo
establecer una escuela en Chambon. Será su sucesor, el H. Francisco, quien lo
hará en 1852”.
Una
situación diferente será la de una escuela en marcha. Al alcalde de St-Martin le exige el pago preciso para poder
seguir en su escuela. El criterio se va definiendo: para abrir y manterner
escuelas municipales se debe contar con el acuerdo y algún apoyo económico de
los municipios. De diversas maneras se exige, en último término, tanto a
párrocos como a alcaldes, una vivienda adecuada para los hermanos, y un salario
básico. Al alcalde José
Antonio Bethenod (Saint-Martin-la-Plaine,
Loire; 1839-03-07; C 246) le pide un
compromiso firme de pago a los hermanos: “asegurar a nuestros hermanos sus
honorarios”.
Yo creo que el Sr. Cura le habrá informado ya de la
situación en que se encuentran nuestros Hermanos en St.-Martin-la-Plaine. La
paga mensual alcanza apenas a los dos tercios de su sueldo. En dos años ha
habido 600 francos de déficit, más 400 francos de gastos de fundación que no
han sido pagados, lo que suma 1,000 francos. El Sr. Cura nos ha declarado que
le era imposible pagar esa cantidad y de asegurar a nuestros Hermanos sus
honorarios. Por lo tanto me he tomado la libertad de dirigirle la presente para
saber si podemos esperar alguna mejora. Pues nos es imposible continuar en la
escuela de su municipio si, a su juicio, no halla usted algún modo de asegurar
la paga de nuestros Hermanos.
De la correspondencia con las diócesis en estos meses en estudio se conservan 4
cartas, dos de las cuales se refieren a esta misma situación de fundación de
escuelas.
A dos obispos que interceden por la
fundación de escuelas en parroquias de sus diócesis les responde haciéndoles
esperar… o exigiendo uncompromiso mayor. Les escribe con más detalle que a los
presbíteros, explicando su respuesta.
“El
P. Champagnat había respondido al Párroco de Nantua, Pbro. Debelay, con la
carta clasificada hoy con el número 189. No satisfecho de esa respuesta, el
párroco acudió a su obispo, Mons. Devie, para pedir su apoyo”.
Y
Marcelino responde a Mons. Alejandro Raimundo Devie (obispo de Belley, Ain;
1839-01-20; C 239) señalando las condiciones que se pide para las fundaciones:
Apoyo de las autoridades municipales, o creación de una escuela gratuita por el
párroco.
El establecimiento de Nantua que Su Excelencia ha
tenido a bien recomendarnos presenta dificultades que nos sería actualmente
imposible vencer a no ser que el Sr. Cura fundase una escuela gratuita... La
autoridad civil no se pronuncia a favor de un establecimiento de Hermanos… Si
el Sr. Cura de Nantua puede realizar nuestra solicitud, enviaremos con sumo
grado a nuestros Hermanos...
A
Mons. José Bernet (arzobispo D'aix-en-Provence, Bouches du Rhône; 1839-01-23, C
241) le escribe:
…he prometido para el año próximo Hermanos a varios
ayuntamientos que los habían solicitado hace tiempo y que han efectuado grandes
gastos para recibirlos. Mi palabra está dada y es preciso que sea fiel a ella, sobre
todo que las peticiones están apoyadas por la autoridad episcopal. Así es que
permita que me arroje a los pies de Su Excelencia para suplicarle humildemente
que tenga a bien armarse de paciencia por un corto tiempo más. Me apresuro a
inscribir su petición, muy resuelto a cumplirla lo antes posible…
El
momento no es de nuevas fundaciones. Hay pocos Hermanos. Se han enviado 3 a
misiones. Los Padres maristas también solicitan Hermanos. Muchos municipios
también lo hacen. Las respuestas a los que solicitan es la espera. Y los que no
cumplen con las condiciones, el aviso de posible cierre.
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