Carta de Champagnat

Carta de Champagnat

lunes, 9 de febrero de 2015

Camino espiritual de Marcelino


Estas cargas influyen en el ánimo de Marcelino, y así aparecen diversos sentimientos y experiencias espirituales: 
1)      Ausencia de deseos. Ninguno distinto al de conseguir la autorización.
No suspiro, no deseo, sólo pido eso…  Nada me satisface, nada me gusta, sino lo que puede contribuir al éxito de lo que me preocupa (22-03).
2)      Recurrencia de la idea de la muerte, hasta tal punto que llega a pensar en la muerte en París.
Encomiende a las oraciones de la comunidad a mi hermano. De diez que éramos ya soy el único que queda, creo que mi turno no está lejos (24-02). Si es para mayor gloria de Dios que yo muera en París, hágase su santa voluntad y no la mía (7-03). ¿Tardaremos mucho en seguirle a la tumba? El momento está señalado, usted no lo sabe, yo también lo ignoro… (16-03).
3)      Confianza en Dios.  
Una serie de expresiones tradicionales de confianza en Dios, en María, y en el poder de la oración, aparecen en las cartas:
Continúen encomendando intensamente nuestro proyecto al Señor y  a su Santa Madre (25-1). Contamos con las fervorosas oraciones que se ofrecen. María, nuestra Buena Madre, nos ayudará (4-2). Ella (la Santísima Virgen) se verá obligada  a protegernos, a obtenernos lo que con tanta razón deseamos (24-2). Dios no niega nada a la oración fervorosa y perseverante (15-3). Recen por mí y por el buen resultado de mi empresa (16-3). Qué no obtendrá la oración fervorosa y perseverante (18-3).
Pero la fe de Marcelino no es tan sencilla y confiada en estos momentos de dificultad. Esta confianza pasa por la prueba de la soledad y el exilio, para culminar en abandono. 
4)      Experiencia de soledad.
Aquí me quedo solo soñando, pero, ¿qué digo?, nunca estamos solos, si estamos con Dios (7-03). Me encuentro más solo en el centro de París que en el Hermitage… Si Dios lo quisiera, me agradaría muchísimo vivir en soledad (18-03).
Aquí se trata de una experiencia de soledad. En la biografía de Furet, se releerá esto como ambiente para el encuentro con Dios, y así se ha transmitido generalmente en la formación de los Hermanos. Pero aquí, en esta carta, se trata de algo diferente, de la ausencia de compañía; es por eso que rápidamente se ve urgido a corregir Marcelino, con dos argumentos: a) indicando paradojalmente que Dios está con él, como Dios-ausente-presente; y b) aceptándolo condicionalmente: si esa es la voluntad de Dios, viviré la soledad. Este último se convertirá en argumento central y predominará en su lucha interior, en su camino místico: que se haga según el querer de Dios.
5)      Experiencia de exilio: inquietud y anhelo de Dios.
Bendito sea Dios. No cesaré de decir ahora más que nunca: Junto a los canales de Babilonia. Debería estar más bien contento en mi situación, con poco trabajo y bien de salud… Una vez más, bendito sea Dios (12-03).
Esta carta del 12 de marzo puede representar una inflexión en su experiencia espiritual. Debería estar contento…. Pero ¡no lo está! La mención del salmo 136, hallándose lejos de su querido terruño, en un París ajeno y hostil, evoca la experiencia espiritual de exilio, con un deseo fuerte de retorno, que aparece también una y otra vez en estas cartas.  
¿Cuándo marcharé de París? ¡Ay! No lo sé. Cuando Dios quiera (7-3). En París el tiempo se me hace eterno (15-03). ...se me hace largo (16-03). …el tiempo me parece largo porque no estoy con ustedes (18-03). ¡Qué inquietud para mí! ¿Mi estancia en París aún será muy larga? ¡ay! No lo sé (18-03).
Allí no está Dios tan evidente. Tiene que increpar a su propio ánimo para descubrir allí a Dios, para no olvidarlo. Eso dice el salmo con aquello de “que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti”, y eso expresa Marcelino cuando se refiere a su soledad, y debe corregir haciéndose consciente de la presencia escondida de Dios (7-3). Y hasta el lloró de los exiliados se actualiza plásticamente en los ayes de Marcelino (7-3; 18-3). Tal vez los últimos años de Marcelino estuvieron más marcados por el Junto a los Canales de Babilonia… (S 136) que por el Si el Señor no construye…. (S 127) tan presente en los años anteriores[1]
6)      La lucha interior de Marcelino: abandono y mística.[2]
El abandono no se da sin combate. En una lectura atenta se aprecia la lucha interior que vive el hombre. Ésta se ve reflejada con claridad en varias expresiones contradictorias. Por un lado están sus sentimientos; por otro su experiencia de fe. Aunque muchos de estos sentimientos aparecen recogidos en lo que precede, es interesante presentar una tabla a dos columnas con aquellas expresiones que aparecen en la misma carta, e incluso en la misma frase, y que muestran más a las claras la tensión interior que vive.

  
Sentimientos
Experiencia de fe

Soledad 

Aquí me quedo solo soñando,

pero, ¿qué digo?, nunca estamos solos, si estamos con Dios (7-03).
Estar con Dios
Deseo de retorno 
¿Cuándo marcharé de París? ¡Ay! No lo sé.
Cuando Dios quiera. Si es para mayor gloria de Dios que yo muera en París, hágase su santa voluntad y no la mía (7-03).
Voluntad y gloria de Dios
Trámites largos 

Los trámites no se han terminado y es posible que aún esté aquí por las fiestas de Pascua.
Con la ayuda de Dios, espero conseguir mis objetivos. Si Dios lo quisiera me quedaría el resto de mis días (16-03)
Ayuda de Dios
Querer de Dios
Soledad 

Me encuentro más solo en el centro de París que en el Hermitage…
Si Dios lo quisiera, me agradaría muchísimo vivir en soledad (18-03).
Querer de Dios
Molestias
…sigo en París  viendo, visitando a unos y a otros sin adivinar el final de mis molestas correrías…
Pese a todo estoy firmemente convencido, muy querido hermano, que será lo que Dios quiera, ni más ni menos (24-03).
Querer de Dios

Frente a la experiencia de soledad, de lentitud agobiante, molestias y retardo en los trámites, y deseo de regresar al Hermitage, la fe de Marcelino se afianza por un lado en la compañía de Dios (estamos con él), en la esperanza en su ayuda y en la de María para conseguir lo que  persigue  y, por otro,  en el convencimiento firme –no sin lucha- de que todo se hará en última instancia según el querer de Dios.
Algunos puntos importantes faltarían por comentar más en detalle, como las cartas ya mencionadas a los Hermanos Hilaryon y Antonio; o la carta a su cuñada. Faltaría una presentación más sistemática de la relación tan clara como pragmática que aparece en estas cartas entre los trámites de autorización del Instituto y la exención de los Hermanos del servicio militar.
Así mismo son de hacer notar los saludos afectuosos a los Hermanos y las expresiones que brotan de su corazón (abrazo, queridos, servidor y padre); y la mención repetida de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Y hasta un poco de jovialidad, en medio de las fatigas: no les pido oraciones, me las deben (15-3), que recuerda aquello de Pablo en la carta a Filemón…
Pero creo que estos apuntes bastarán para señalar una línea de investigación no suficientemente desarrollada. Creo descubrir unas pistas para la mejor comprensión del final de la vida de Marcelino. Su agotamiento y su entrega al proyecto de los hermanos, su previsión del cercano final, su soledad (pero más allá, su deseo de ser fiel a la voluntad de Dios), y la experiencia de delegación del gobierno en Hermanos que fue preparando para ello. Y creo también encontrar algunas huellas del derrotero espiritual de este hombre de Dios que aún hoy inspira nuestro seguimiento de Jesús.





[1] MESONERO, 135-138, estudia el Nisi Dominus como “fórmula oracional de abandono” en San Marcelino. Siendo importantes sus aportes, sin embargo, para estos años finales habrá que matizar. No comparto su afirmación en la que comenta los meses de Marcelino en París: “los contratiempos se asimilan a una quietud que parece inquebrantable” (143). La estancia se vuelve, muy al contrario, un terrible exilio; está llena de agitación y lucha, y marcada por las correrías y visitas que le generan gran inquietud, según se ve claramente en las cartas citadas.
[2] MESONERO, 133-135. Muy clarificadoras sus precisiones sobre los términos abandono (dar la primacía a la voluntad de Dios) y mística (abandono como estado de vida) para abordar el tema, por lo que yo me las ahorro.

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